No hay mejor manera de arrancar el final de las vacaciones -las marca el calendario escolar- que con una alegría de las buenas en el cuerpo. El Sevilla por fin alejó todos los maleficios que le han acompañado en el 2022 y festejó con rabia un triunfo tan necesario como anhelado en el Sánchez-Pizjuán. Primera victoria de los hombres de Sampaoli delante de su público en Liga, tras siete intentos anteriores donde habían fracasado. Puntos que permiten, por el goal average general, salir de la zona del descenso por unos días. Queda mucha tela que cortar, pero al menos el equipo parecía tener pulso, aunque sigue sin sangre para competir por algo más arriba.
Porque este Sevilla está para salvar la categoría y poco más. Ya se verá a qué puede aspirar en los torneos por eliminatorias, como una Copa del Rey donde debe medirse al Alavés en octavos. Sin embargo, las fatigas sufridas para sacar partidos como el del Getafe adelante demuestran que a la plantilla le hacen falta bastantes retoques en enero. La economía no permite grandes dispendios, por lo que Sampaoli deberá hacer lo que buenamente pueda con lo que tiene, que no es mucho.
Lo más negativo, en cuanto al juego desplegado por el Sevilla, fue esa sensación de suma fragilidad en la salida de balón. El entrenador argentino se empeña en arriesgar la pelota cerca de su portero -confiando en su buen pie y aplomo- descuidando que los compañeros que le rodean no son especialistas en esta materia. Ni tienen confianza para hacerlo. Colocando el acento en un Nianzou que estuvo cerca de regalar el empate. Demasiados riesgos para un conjunto que es débil en las dos áreas. Cada regalo que entregue puede ser fatal. No lo fue el de la victoria a su gente en ese 8 de enero, que debe significar un comienzo. De las malas rachas o dinámicas sólo se sale ganando. No existe otra receta.
De Badé a Acuña
Loïc Badé debutaba con un puñado de minutos en la Ciudad deportiva y, al menos, demostraba más aplomo que su compatriota Nianzou. En cambio, la nota negativa la puso Marcos Acuña, autor de un gol, exponiendo lo que había sentido durante el Mundial, sabiendo que el Sevilla lo había colocado en el mercado por sus problemas en el pubis y una actitud que no gustó en Nervión. Ahora vuelve a ser de los mejores y ha dejado un feo recado. Nunca se está tranquilo en el Sevilla.