Vecinos. Poco más. Cada uno (Real Madrid y Atlético de Madrid) busca su interés y lo hace de la manera que mejor se adapta a lo que busca y quiere y, según parece, sin reparar en las consecuencias. En los tres últimos años la relación entre los clubes de la capital de España ha pasado de ser cordial a poco menos que inexistente. Si alguien tenía un atisbo de duda, Miguel Ángel Gil Marín,
consejero delegado del Atlético, las despejó por completo.
Fuera caretas, que diría aquel. Por fin, añado yo
. Lo celebro.
Así ya podemos saber lo que realmente piensan desde el Atlético del Real Madrid.
Superliga, gestión de LaLiga
y diferentes asuntos políticos-deportivos como la ausencia de pasillo al Real Madrid con el título de Liga recién conquistado, fueron los detonantes del final a diez años de respeto entre las instituciones y de un
pacto de no agresión que saltó por los aires el pasado verano
por parte de las dos entidades, aunque solo Fortea tuvo la valentía de aceptar el cambio, dejando atrás su etapa rojiblanca.
Cara al mercado del verano de 2023 y
a les adelantamos que habrá más llamadas,
aunque no sabemos si llegarán atrevimientos tipo Fortea, jugador que, por cierto sufrió veladas amenazas. Ahora, lo bueno, es que ya no hay que disimular y los técnicos de las dos casas van a ir a cuchillo a por determinados jugadores de la cantera rival, más que nunca por cierto.
Piel de cordero
Desde hace muchos años el Atlético siempre ha sentido que se le maltrataba, pero desde el viernes sabemos que oficialmente es así. Lo ha dicho Gil Marín,
señalando directamente al Real Madrid y su potente entorno (tal cual) de presionar al colectivo arbitral
, haciendo especial hincapié en la llamada a la protección hacia Vinicius, sin mencionarlo eso sí. Quizás no sea el mejor momento para mirar hacia ese lado con lo vivido en los últimos días, muñeco colgante incluido.
Gil Marín ha dicho lo que piensa y ha pensado lo que ha dicho (tardó casi veinte horas en hacer las declaraciones), por lo que no vale aquello de la calentura del momento. Es lo que está en su cabeza. Es lícito aquello de justificar derrotas y momentos tan delicados que
han llevado al equipo rojiblanco a que en enero solo tenga por delante el objetivo de clasificarse para la Champions
. Lo bueno es que ya sabemos los motivos. Arbitrales, por supuesto, ya que deportivos parecen no existir. Al menos, durante unos días se hablará de los árbitros, más que de lo hecho por Simeone y los futbolistas.
Ahora y ya sin caretas, la relación entre los dos clubes mantendrá la línea de la corrección que marca la deportividad y la buena educación, pero no irá más allá.
No hay motivo alguno para seguir siendo hipócritas.
Solo naquello de la ciudad en dónde conviven. Nada más. Ya era hora de saberlo de manera oficial.
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