Al Horford es uno de los grandes protagonistas de la excepcional temporada de Boston Celtics. Una cuestión de química, esencial, entre el pívot dominicano y la franquicia de Massachussets. El de Puerto Plata regresó el pasado verano después de una fuga de dos años. En 2019, y después de tres temporadas en los verdes tras una larga etapa (2007-16) en Atlanta Hawks, firmó con Philadelphia 76ers. El gran rival histórico de los Celtics en el Atlántico, precisamente, le había dado un contrato irrechazable, y más con sus 33 años: 109 millones por cuatro temporadas.
En Philadelphia, donde se esperaba que hiciera una pareja de cemento con Joel Embiid, no lo fue bien. Acabó traspasado a los Thunder y allí, en un equipo en reconstrucción y lleno de jóvenes que acaparaban minutos, se pasó meses apartado sin jugar. Los Celtics lo recuperaron y de verde, otra vez, ha vuelto a mostrar su mejor versión. A unos días de cumplir 36 años, ha sido clave en el tremendo recorrido de su equipo en playoffs. Y ha puesto fin a lo que era un récord en la historia de la NBA: ha necesitado 141 partidos en las eliminatorias para debutar en una final. Más que ningún otro jugador hasta hoy.
Además de la opción de ganar su primer anillo, Horford se ha asegurado 12 millones de dólares en estas últimas semanas de actuaciones excelentes en playoffs. Según el contrato que firmó en Philadelphia, le correspondían 26,5 millones de dólares para la próxima temporada. Pero solo tenía 14,5 totalmente garantizados. El resto los negoció en incentivos vinculados, algo nada habitual, al éxito colectivo: cinco, que ya se ha asegurado, por llegar a la final, y otros siete por conquistar el título. Pero, finalmente, puede olvidarse de echar cuentas: los Celtics ya han dejado claro que, pase lo que pase contra los Warriors, le darán a Horford los 26,5 millones para que siga en el equipo la próxima temporada. Cuestión de justicia.