No ganar en Mallorca es algo que suele ser más que habitual en la historia reciente -y también la historia lejana- del Cádiz CF que hizo todo lo que tenía que hacer para ganar un partido que se puso de cara pero que terminó, una vez más, con un resultado adverso; adverso porque los amarillos no saborean un verde de tres puntos desde el pasado 6 de septiembre, no por el punto que sumaron. Tres meses es mucho tiempo. Y mucho más llevar 35 años sin ganar en las Islas Baleares, concretamente desde el 20 de septiembre de 1987.
El gol de Alcaraz marcó el camino, el «otro fútbol» de Alejo enseñó dónde estaba el partido y la intensidad de los dos equipos dejaron a un lado a los que apostaban por un encuentro soso, de mucho miedo y de un solo tanto o de dos porterías a cero, salvo en un tramo final donde la pelota apenas pisó las áreas.
Y es que ambos se jugaban mucho, los dos con necesidad y con apenas un punto de distancia, permitió ver un encuentro de alto voltaje con un reparto de puntos que sabe a poco aunque un poquito mejor al Cádiz por eso de jugar como visitante. Pero eso sí, los de Sergio seguirán con una serie de males endémicos que tienen que solucionar, durante unos días más.
Para empezar, como mal endémico mayor, al Cádiz le persiguen las lesiones; Iza se tuvo que retirar con molestias y habrá que ver si está o no para el lunes ante el Celta. Tampoco se consigue dar la vuelta ni acabar con la estadística que dice que el Cádiz no es capaz de marcar en la última media hora de un partido, marcando como principal causa una bajada de intensidad que, eso sí, no se vio en ningún momento en Mallorca donde no marcó pero mostró la seguridad defensiva que se le requería. Porque últimamente, como si fuera una nube de azúcar en las manos de un niño, solía diluirse en el tramo final de los partidos después de haber actuado de manera impoluta -también contra el Real Madrid- en los primeros actos de los partidos. Ante el Mallorca se vio a un Cádiz en una versión mejorada a pesar de las ausencias y eso no gustó, por ejemplo a Abdón Prats que dijo tras el choque que «el Cádiz no ha venido a jugar, al menos no ha venido a jugar a fútbol y sí a otra cosa». Más de un cadista estará satisfecho con estas palabras porque enseña el verdadero camino de la salvación.
Porque si hay algo que es bueno para el conjunto de Sergio es un guión bien aprendido desde el inicio, memorizado y ejecutado casi a la perfección durante noventa minutos porque es la manera de demostrar que saben competir contra los equipos de su misma Liga, como apuntó Rubén Alcaraz: «No, nos vale el punto, pienso que nos quedamos con ganas de más, sabíamos que era un campo difícil, que se nota la tensión y veníamos con una necesidad importante de jugar el partido, es un empate y a seguir porque queda mucho trabajo por hacer». Y pensando ya en el siguiente encuentro ante el Celta, otro rival directo. «Sabemos el camino, encarar el partido con las mismas ganas y misma ilusión que hemos encarado éste».