Las familias arrancan esta semana ese sprint de preparativos para las celebraciones, que van desde la Nochebuena hasta el día de Reyes. El fútbol, como siempre, se cuela entre las fiestas, o al menos en sus vísperas. Y para que en la mesa haya algo más de alegría para las aficiones de Granada y Sevilla, ambos equipos andaluces se miden esta noche en el Nuevo Los Cármenes con la firme intención de salir de los terribles problemas que están sufriendo en Liga. Como poco, apaciguarlos. El primero está en descenso. El segundo, marca la línea para no bajar. Ganar supondría el mejor antídoto a la crisis rojiblanca. Por partida doble.
El Granada pulsó hace unos semanas la tecla del cambio de entrenador, con la llegada del Cacique Medina. El Sevilla la ha pulsado por segunda vez, con un Quique Sánchez Flores que poco más que una charla podrá darle a sus jugadores para levantarles el ánimo. No ha tenido tiempo de nada. Se sentará en el banquillo, decidirá el once y los cambios. Se pondrá en manos de unos jugadores que no saben lo que es una victoria desde septiembre. Un relevo necesario, pese a que el vestuario estaba con Diego Alonso. O en apariencia lo defendían a capa y espada.
El impulso del cambio
Alexander Medina ya acumula tres encuentros al frente del Granada y aún no ha sumado ninguna victoria. Ante el Celta, en una derrota que ha hecho mucho daño, el técnico uruguayo repitió once, una línea continuista a la que podría añadir matices debido al poco tiempo de recuperación entre encuentros. Rubio, Petrovic, Melendo o Carreras esperan su oportunidad.
El Sevilla, por su parte, está cogido con alfileres por culpa de una plaga de lesiones que no deja en paz a un equipo que, encima, compite el sábado nuevamente por el duelo aplazado ante el Atlético. Quique llega sin tiempo, pero con la promesa de ese cambio de aire. Todos desean una feliz (y tranquila) Navidad.