Luis Carrión es historia en la UD Las Palmas y, debido a su fugaz paso por el club, también historia de la UD Las Palmas. Pasará a esa historia como uno de los entrenadores que menos duró en el cargo, solo nueve partidos. Carrión, como todos cuando te despiden, ha cometido errores. Pero más que los propios, ha sido víctima del sistema…y del problema. Porque no se puede tapar el sol con un dedo.
Fichajes ‘low cost’: El club apenas ha gastado dinero en el mercado. Cierto es que estuvo rápido firmando jugadores de calidad como Manu Fuster, Jaime Mata o Cillessen, pero escatimó en la posición donde se ganan los partidos. McBurnie, a día de hoy, no solo no ha mejorado a Sory Kaba, sino que tiene peores números.
Plantilla descompensada: Las Palmas no se ha reforzado mal en líneas generales, pero no se puede decir lo mismo de la defensa. En verano salieron tres de los cuatro titulares -Julián Araujo, Cardona y Coco- y la respuesta de la dirección deportiva, que conocía desde diciembre de las bajas de Cardona y Araujo, fue firmar dos jugadores de Segunda como Álex Muñoz y Viti, y lanzar una moneda al aire con McKenna.
Lesiones: Esa descompensación defensiva ha salido a relucir con las lesiones que se han producido en esa zona. Carrión nunca ha podido contar con todos los jugadores. Las lesiones de Mika Mármol, Viti, McKenna y Sinkgraven -un sospechoso habitual- obligaron al entrenador a ‘inventarse’ una zaga nueva. Un extremo -Benito- como lateral, un lateral -Álex Muñoz- como central, un central -Álex Suárez- como lateral, y un pibe de 19 años -Herzog- adquiriendo una presión que no le tocaba.
La situación de Valles: Por si esto fuera poco, el entrenador no ha podido contar con Álvaro Valles por orden del club. No se puede achacar las derrotas ni a Cillessen ni a Horkas, pero tener a uno de los mejores porteros de la categoría en la grada tampoco fue una decisión de Carrión.
Suerte esquiva: Un balón que saca debajo de la línea Paredes. Un penalti en Pamplona. Un remate en el área pequeña de Fabio Silva que se va fuera. Un cabezazo al palo en el 90 ante el Celta. Sí, es la esencia del fútbol, pero los detalles pudieron inclinar la balanza a un lado o a otro.
La segunda parte del Celta: Quizás fue el único momento donde Carrión se vio superado. Ante nueve y con 35 minutos por delante, el técnico no supo leer el partido. Su respuesta fue colgar balones a un área rival poblada con más camisetas celestes que amarillas. No fue la derrota en sí lo que motivó el despido, sino el cómo se produjo esa derrota.
Presión desde la grada: El Gran Canaria despidió al equipo con una sonora pitada. Pero también se giró al palco. Como ocurre en estas situaciones, siempre es más sencillo despedir a uno que a 25…o señalar a la dirección deportiva. A pesar de que el presidente nunca fue partidario del cese del entrenador, acabó bajando el dedo ante la presión de la situación.