
Mientras el Madrid volaba por la ruta de Marco Polo hacia un lugar remoto para su compromiso europeo, el Barça se ponía líder tras ganar a la Real, reaparición de Lamine mediante. El balón de plata salió en la segunda mitad por el jovencísimo Rooney, antes Bardghji, un chaval sueco nacido en Kuwait de familia siria, una buena muestra de este mundo provechosamente centrifugado que vivimos. También jugó de salida Dro, Pedro Fernández por nombre completo, un gallego de madre filipina. Dos jugadores finos, el primero ya integrado en la plantilla, el segundo del Barça B, en la Segunda Federación. Flick, como tantos predecesores en el Barça, no tiene ningún miedo a poner chavales.
Ayer se trataba de dar un tiempo de descanso a Olmo y Lamine, y aunque no hicieran gran cosa dejaron buenas señales. Con ellos en la primera parte, y sin ellos en la segunda, la Real le apretó al Barça. Va remontando su mal comienzo, superado el trauma por la salida de Zubimendi.
Pero lo que todos esperábamos era el regreso de Lamine, que cumplió las expectativas con varias jugadas excelentes, de esas que sólo él es capaz de hacer. Facilitó con una de ellas el 2-1 a Lewandowski y marcó un gol que se esfumó por un fuera de juego ajustado. Es una delicia ver sus regates, cada vez más desenvueltos, incluso en caso de que le rodeen de tres rivales como ocurrió ayer.
Falto de Joan García y de Raphinha, por citar los principales, el Barça mantiene su seguridad, pero ahora encara un partido de aúpa, el PSG, en el Montjuïc, al que ayer subieron 50.000 espectadores. Lo del Spotify no cuela con el Ayuntamiento y la UEFA exige que esta fase de la Champions se juegue en el mismo campo. Laporta tenía prometido que se jugaría en el nuevo campo, con esos palcos-palanca de los que sigue a la espera, pero se ha visto perjudicado, quién lo diría, por los vecinos del Bernabéu. Laporta se ha hartado de argumentar ante Collboni que Martínez-Almeida hace la vista gorda en muchas cosas del nuevo Bernabéu de Florentino, pero suspendidos los conciertos y clausuradas las obras del túnel-aparcamiento por la acción vecinal, el agravio comparativo desaparece.
Un uomo solo è al comando
“Un hombre solo en cabeza…”. Con ese inicio en su conexión de alcance en la RAI el locutor Mario Ferretti asentó en la historia a Fausto Coppi, ‘Il Campeonissimo’. Sólo Eddy Merckx, ‘El Caníbal’, rayó a esa altura. Ahora tenemos a Tadej Pogacar, capaz, como ellos, de escaparse en la subida, aumentar la ventaja en el descenso y mejorarla más aún en el llano. Como Coppi y Merckx.
De Mavi García a Paola Ostiz
Mavi García, Palma de Mallorca, 1984, bronce en el Mundial de ciclismo; Paola Ostiz, Pamplona, 2007, oro en la categoría júnior. Entre una y otra, un largo bache. Más atrás, Dori Ruano y Joane Somarriba. Nuestras chicas no alcanzan todavía en ciclismo la altura de otros deportes. Falta estímulo, falta inversión, faltan carreras. A ver si ahora, con lo de Paola Ostiz, se agita el ambiente.
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