Podrá gustar más o menos, pero nadie puede negar que Novak Djokovic es uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Este viernes dio una lección de grandeza en el US Open para frenar el ímpetu, la valentía y el tenis de un muy buen Alexander Zverev. Con una actuación fantástica desde el punto de vista táctico y mental, el número uno del mundo venció por 4-6, 6-2, 6-4, 4-6 y 6-2 en tres horas y 33 minutos al alemán, que cabalgada glorioso en una racha de 16 victorias. Djokovic jugará por novena vez la final del torneo estadounidense (iguala el récord de Lendl y Sampras en la Era Open), que será la mejor posible, porque el domingo (22:00, Eurosport) se enfrentará al número dos del mundo, Daniil Medvedev.
El serbio está a una victoria del 21º título de Grand Slam y de ganar los cuatro majors en un mismo año, algo que sólo han hecho otros cinco tenistas, Steffi Graf, Margaret Court, Rod Laver, que aplaudió al ídolo en la Arthur Ashe, Don Budge y Maureen Connolly. Además, empata con Roger Federer a partidos por los grandes campeonatos con 31. Iguala también su segunda mejor racha de victorias consecutivas en la máxima categoría de torneos con 27, como las que acumuló entre Wimbledon 2011 y Roland Garros 2012. “La atmósfera ha sido asombrosa, la mejor de este año aquí, seguro. Estos son los momentos por los que vivimos, el tipo de oportunidades con las que soñamos cada día. Cuando nos levantamos y tratamos de buscar motivación para hacer las mismas cosas una y otra vez, encontramos recompensa cuando jugamos en un estadio increíble y con este ambiente”, dijo el Lobo de los Balcanes.
El mérito de Djokovic fue tremendo, porque venía de pasar más horas en pista que un rival con diez años menos (24) que él (34). Se había dejado cuatro sets por el camino en cinco partidos, sin las mejores sensaciones hasta el de cuartos contra Berrettini, en el que estuvo excelso al resto. En este caso, todo lo que ocurrió en el partido se gestó en su privilegiada cabeza. Y eso que Zverev no se hundió cuando el balcánico le remontó tras haber ganado el primer set con un comportamiento maravilloso. Incluso mereció más en el tercero, en el que tuvo tres opciones de quiebre antes de encajar el break en un juego ejecutado de manera magistral por su rival, que apenas falló en ese instante crucial.
Demostración de fuerza
En la manga definitiva, Djokovic se agrandó infinitamente para abrir con un 5-0 la brecha que sería definitiva. Con paciencia, terminó por superar a Sascha en los intercambios que al principio no le favorecían en un duelo que arrancó sin ritmo por la calidad de los saques de ambos jugadores. El teutón, cada vez mejor tenista, luchó hasta el final para acortar una diferencia que le fue insalvable. Y hay que reconocerle su espíritu de lucha, sin duda estimulado por la confianza que le dio ganar hace unas semanas al de Belgrado en las semifinales de los Juegos de Tokio y chafarle así el Golden Slam. Pero Novak jugaba por la cúspide de la historia y él por empezar la suya. Y la leyenda pudo más.