Todavía no se habían sofocado los ecos elogiosos de la actuación de Carlos Alcaraz, retirado en cuartos del US Open después de dejar en el camino, entre otros, al número tres mundial, Stefanos Tsitsipas, cuando otro español nacido en 2003 inscribió su nombre en el palmarés júnior del Grand Slam americano: Daniel Rincón. El murciano y el abulense tienen una cosa en común, además de sus refrescantes 18 años y de su gran amistad, en concreto su formación junto a dos números uno a través de sus respectivas academias: Juan Carlos Ferrero, el entrenador de Alcaraz, y Rafa Nadal, que ya ha tenido a Rincón como sparring en Manacor. Crecer bajo la tutela de míticos campeones, en un deporte de tanta tradición en España, es una garantía de progresión. Sus trayectorias son aún muy diferentes, a pesar de exhibir la misma edad, porque Alcaraz ya se ha codeado con los mejores en un grande, ha celebrado su primer título ATP y ocupa el puesto 38º del ranking, mientras que a Rincón le queda la ardua travesía por torneos ITF y Challengers antes de desembarcar en el ATP Tour.
Las eclosiones de Alcaraz y Rincón han coincidido con la coronación de otra joven nacida en 2003, Ane Mintegi, en el torneo júnior de Wimbledon. Los últimos españoles que triunfaron en esta categoría fueron Alejandro Davidovich, en Wimbledon 2017, y Paula Badosa, en Roland Garros 2015. Ambos han crecido en el último curso, con margen de mejora: son 44º y 27ª, respectivamente. Sara Sorribes, 37ª, fue campeona de Europa en 2014. Mientras que Rebeka Masarova, todavía lejos de la élite, reinó en París en 2016, aunque aún con nacionalidad suiza. Brillar como júnior no asegura el éxito, numerosos tenistas no llegaron arriba, pero en la cantera de los Grand Slams también lucen nombres como Federer, Barty, Murray, Halep, Roddick, Hingis, Wawrinka, Henin… Ahí está el reto.