Puede haber muchas frases que puedan relacionarse con el complicado trabajo de un entrenador de fútbol pero si tuviéramos que quedarnos con una sería ésta de Jonas Salk: «La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho». Si lo extrapolamos al mundo laboral, podría valernos a cualquiera en nuestro día a día pero si lo dirigimos hacia el puesto de entrenador, a él sí que se le cuestiona, partido tras partido, por todo lo que su equipo haga. Y da igual si gana o pierde, si alcanza el triunfo o no, porque siempre habrá alguien que no esté contento con tu trabajo, sea por lo que sea.
Y la sensación en Cádiz ahora mismo es la que tienen también seguidores de otros equipos como el Real Valladolid donde vivieron un ascenso merecido de la mano de Sergio González y dos permanencias, pero al que nunca le perdonaron el descenso final. ¡Qué injusto es el fútbol! Y en su regreso a la que fue su casa, Sergio ha llegado cuestionado, preocupado y con el crédito de su tarjeta casi agotado por la imagen de un equipo que viene sufriendo bajas desde el pasado mes de junio, todas ellas claves, y que ha incorporado dos de los fichajes más importantes (Bongonda y Ocampo) en los dos últimos días de mercado. Aún así hay quien ya no está contento con el trabajo del técnico catalán, un trabajador incansable que no para de repetir frases que, ahora más que nunca, cobran sentido: «No es cómo te golpean, sino cómo encajas los golpes».
Ahora mismo tiene que aprender a encajar golpes y habrá que ver cuántos más está preparado para recibir antes de caer a una lona que ningún entrenador (ni trabajador que se precie) quiere probar. Y tras cinco derrotas consecutivas, ante el Valladolid el Cádiz ha demostrado que también sabe golpear, compitiendo hasta el final y peleando por el primer triunfo de la temporada con toda la artillería sobre el césped.
En Pucela el equipo mantuvo la portería a cero, compitió y encontró el gol en las botas de Álvaro Negredo, 542 minutos después del inicio liguero. El banquillo entero saltó a felicitar a un Sergio González que había mandado el mensaje con los cambios de que había que ser valiente, que había que buscar el gol. Y esta vez lo encontró. El Cádiz de Sergio se salvó la temporada pasada haciendo una segunda vuelta de campeonato, logró convencer a todo el mundo de que el milagro era posible y como todos creyeron, él lo hizo posible. A veces, no sólo en el trabajo, sino en la vida, vendría bien aplicar la frase anterior, para que nos recompensen, cuando fallemos, con más días de trabajo para volver a demostrar que lo que hicimos bien en su día, se puede volver a repetir.