De pie. Así había que aplaudir en un estadio a medio llenar lo que hicieron España y Alemania en el duelo estelar de la primera fase del Mundial de Catar que superó toda expectativa.
Fue un 1-1 que parece poco pero fue también un derroche de fútbol que dejó a España a punto de la clasificación y a Alemania vivo y al mundo que pudo seguir en vivo el partido, absolutamente saciado.
Era asfixiante la presión alta de los españoles, indescifrable para los alemanes, que apenas a los 6 minutos registró la primera alerta, un furioso remate de Olmo que alcanzó a manotear Neuer y rebotó en el travesaño. Pero el del frente seguía siendo Alemania, y en un toque sutil de Goretzka a Gnabry que por centímetros lo atrapó en fuera de lugar cuando salvaba Unai Simon con las piernas, por las dudas.
De nuevo España a los 21 intentaría un remate apenas pegadito al palo, y Alemania no tenía respiro y, por supuesto, tampoco caminos para volver a predios de Simon, quien cometió un error en la salida y dejaba una pelota para Gnabry que salía abierta. Era un partido de ida y vuelta ya a esa altura, cuando bajaba un poco la presión y se iba aproximando por la vía aérea, mientras solo el escape de Olmo a los 32, en un angosto fuera de lugar para el pase a Torres, que igual erró frente al arco y luego le aparecía al atacante la marca impecable del chico Musiala cuando preparaba un remate en el área.
Y a los 39 parecía que los alemanes le harían un primer daño al proyecto Luis Enrique cuando pillaban en fuera de juego a Rudiger, cuyo cabezazo se había celebrado a rabiar antes de la aparición del offside semi automático que lo dejaba en evidencia.
Aflojaba la presión y no había más acción en las áreas y así se iban los dos equipos al descanso sin hacerse daño a pesar de haberse amenazado tanto.
Para el complemento pareció más acomodado el equipo de Flick, que disfrutaba del mal que había mostrado el equipo de Luis Enrique antes del Mundial por su falta de definición a pesar de generar tanto.
Tenía una opción clarísima Kimmich para el lucimiento del portero español Con todo, se acercaba con Olmo, soportaba el acoso alemán que para su fortuna no tenía suficiente portería y entonces, a volar todas las dudas: Jordi Alba encontraba espacio porque el rival estaba jugado y metía un pase divino a Morata, quien definía con una sensibilidad alucinante. de puntazo pero elevado y potente, para vencer a Neuer y gritar el 1-0 a los 62 minutos. De lujo, como en todo el Mundial.
Y desperdiciaba Asensio con una horrible definición a una jugada divina, de toque y vértigo, y respondía Alemania, golpeado en el ego al saber que había hecho todo bien menos rematar al arco, guiado por un Musiala que es el más jovencito pero qué personalidad y qué pase metió para que Fullkrug desperdiciara y qué remate a quemarropa le hizo a Simon para el que parecía el empate a los 73.
Con los cambios mejoró Alemania, especialmente con Sané, pero solo en ataque porque en el retroceso daba ventajas ante el ímpetu de los jóvenes españoles. Era un riesgo que habría que correr.
Y entonces otra polémica: pedían los alemanes una mano en el área d Busquets que era, como se veía en la repetición, pero el VAR interpretó como no intencional. y Kimmich soñaba con un tiro libre que no le pasaba la barrera hasta que llegó el empate: Sané encontró el camino, filtró a Musiala, no la pudo controlar pero lo relevó Fullkrug en una definición de killer, un remate cruzado, potente, un riflazo imposible no para Unai Simon sino para cualquier humano normal. El 1-1 que buscó siempre el equipo alemán se hizo esperar hasta los 83.
Y en vez de cuidarse, de pensar en el punto, que era bueno, siguió el asedio contra los arcos hasta los 90, con más opciones de Morata pero también de Sané en el cierre que por poco deja sin nada a los luchadores hombres de Luis Enrique. No podía ser distinto el final de un partidazo al que ese adjetivo le queda corto. Ahora España tiene 4 puntos y tiene el matchpoint de la clasificación en el grupo, pero Costa Rica y su victoria apretaron todo y el equipo de Flick, con 1 punto, lo mismo que Japón, aún vive.
Hey España y Alemania, ¡gracias por tanto fútbol!