Portugal está en octavos de final, todo dentro del libreto, sin sorpresa. Lo llamativo es que ha sido gracias a una victoria 2-0 contra un rival que se acordó tarde de dar más guerra, una Uruguay que hizo lo que pudo pero que no pudo evitar el destino final.
Era un primer tiempo de tanto examen que casi era desesperante: Uruguay parecía pedirle al rival que viniera a atacarlo, le cedía pelota e iniciativa y se replegaba, seguro de que Godín y Jiménez y Coates atrás lo resolverían todo: Portugal aceptaba a regañadientes y evitaba la pelota aérea para no facilitarles el trabajo a los charrúas, y así… media hora.
Hasta que por poco se desarme el libreto de cuenta de Betancur, quien escapó al tedio y enfiló al área con confianza para encarar a Diogo Costa y forzar su muy buena respuesta. Era la primera del juego.
Y entonces Portugal entendía que tenía que poner algo más, y Cristiano se olvidaba de sí y entendía que debía arrastrar marcas para abrir espacios, y así se mostraban Bruno y Joao Félix, que desperdiciaba un carrerón por su mala definición.
Tras el descanso ese esfuerzo, ese pedacito más de propuesta, encontró premio casi por accidente: el centro de Bruno los sobró a todos, Cristiano quiso meter la cabeza pero no hizo falta porque la peltoa al arco y así se produjo el 1-0 que le dio vida al partido.
Porque Uruguay sintió el pinchazo y entonces inclinó la cancha a fuerza de de insistencia y de los cambios efectivos que alentaron el ataque: a los 74 se estrellaba en el palo el remate furioso de Uruguay, en los pies de Maximiliano Gómez, y a los 77, a centímetros del arco, le quedó a Suárez el cobro de Arrazcaeta pero la tiró afuera, y era el propio 10 el que pedía el balón para un pase al espacio que le adivinó el arquero, y era todo de Uruguay, que ya merecía premio.
Y sería, en ese asedio, un puñal al corazón el penalti, bien pitado, que Bruno cambió por gol para su doblete y la felicidad de su equipo, ese que ahora es la prioridad. E2-0 y persiana al piso a los 90+2.
El tiempo era ahora el enemigo y la pelota se negaba a entrar y Portugal sellaba el boleto a octavos con ese triunfo luchado y ajustado, pero triunfo al fin. Y Cristiano, que se había ido a los 82 tras un gran esfuerzo, sonreía por su país, ya no solo por él. Uruguay, entre tanto, tendrá que lucharla en el cierre por una victoria y otro resultado ajeno que le ayude. Está todo fuera de las cuentas de Diego Alonso…