Loïc Badé ha caído de pie en Nervión. Incluso más que eso. En sólo unos meses se ha convertido, ya para dos entrenadores, en una figura indispensable en el equipo, con un crecimiento que también sienten sus compañeros, quienes ven en su fuerza y seguridad un arma que no sólo ayuda a la hora de defender, sino que también es extensible al ataque, como se demostró en Mestalla, donde hizo el 0-1 en una jugada un tanto extraña en el área rival. «Badé nos aporta tranquilidad atrás, seguridad», confirmaba Mendilibar al ser cuestionado por el francés. Es el alma de una defensa que ya parece que comienza su verdadera reconstrucción.
Porque era lógico que al Sevilla le costase apartar de su cabeza al dúo Diego Carlos y Koundé, quienes capitanearon el equipo desde el centro de la zaga. Han tenido que pasar muchos meses y un entrenador que pudiese utilizar a la mayoría de sus piezas para que se pudiese intuir hacia dónde puede caminar el equipo andaluz con una nueva defensa que fuese, al menos, medianamente segura. Mendilibar apuesta por Badé junto a Gudelj. Y ya le va metiendo a Marcao, quien desde el perfil zurdo complementa mejor al jugador cedido por el Rennes. Ayuda en la salida de balón y ofrece liderazgo.
Badé también es un líder, pero a su manera. A sus 23 años recién cumplidos, tiene el respeto del vestuario (por juego y forma de ser) y se encuentra como hacía mucho tiempo en el Sevilla. No le fue bien en su traspaso al Rennes y mucho peor en su cesión de esta temporada al Nottingham Forest. Necesitaba un equipo que confiase en él. Y lo ha encontrado. «Quizás tenga que mejorar con balón. Estamos contentos con él porque estamos haciéndolo bien en defensa, muy seguro», añadía Mendilibar. El Sevilla tiene una opción de compra de 12 millones. Fue codiciado en su día y el escaparate sevillista brilla mucho más. Se está consagrando. Monchi, a la segunda, ha encontrado uno de esos centrales que hacen mejor a los compañeros. Justo lo que buscaba.