Un partidazo, con todas las letras, ofrecieron Australia en Inglaterra en la definición de la gran final del Mundial Femenino 2023.
Una noche helada pero inolvidable congregó a 80 mil fervientes nuevos seguidores del fútbol en este lado del mundo, que vibraron con su selección y se ilusionaron hasta el final, vendiendo carísima su derrota, más allá de lo largo que pudiera parecer el 3-1 final.
Fuimos todos Sam Kerr en la tribuna, en el pique para esa pelita profunda que le quedó para enfrentar en absoluta soledad para el mano a mano con la portera Earps, quien salvó con el pie para mantener su arco en cero. Fueron toda Inglaterra Rachel Daly, en ese remate furioso al que llegó Arnold de pura estatura para evitar el primero de su país, una semifinal con toda la adrenalina del mundo, en un escenario en el que 80 mil almas gritaban por igual a cada ocasión creada, a cada falta contra las locales, a cada recuperación exitosa del balón.
Otro susto iba a dar Russo a los 17, en la ilusión óptica del remate que sacudió la red por fuera, mientras que las dueñas de casa erraban el último pase casi siempre y no encontraban caminos hacia el arco rival. La cancha de las británicas para administrar el esfuerzo, para esperar y desesperar en marca y luego meter miedo en cada pase profundo y preciso -pregúntenos a nosotros si no nos sabemos ese libreto-, eran el entorno ideal para su primera celebración.
Y llegaría a los 35 minutos, un remate seco de Toone, abierto al palo, imposible para Arnold, un gol como el de Linda Caicedo a Alemania. Y sí, desde acá, sabiendo que este debió ser nuestro partido, seguimos sin superarlo.
No quería problemas Arnold y por eso mandó al tiro de esquina el intento de Fowler tras el descanso. ‘We will rock you’ de Queen sonaba en el descanso como un aviso de guerra, ese que cumplirán las australianas a los 62 minutos: por fin un pase profundo le quedó bien encaminado a Kerr, quien en la carrera levantó la cara y midió a Arnold para meterle un remate potente que solo fue posible ver en la repetición. ¿Muy parcos los australianos? ¡Nunca más! Rugió el estadio en el grito de la gran figura del equipo, la que llegó lesionada y forzada, la que de todo se levantó para ese instante en el que le daba vida al sueño de la fina con el 1-1.
Pero, igual que contra Colombia, reaccionaba de inmediato Inglaterra en el doble intento de Hemp, el remate de Russo que arañaba Arnold y, finalmente, el gol de la primera, que contó con el error en marca de Carpenter y el remate cruzado que fusiló a la arquera. Del júbilo a la angustia.
El 2-1 era la repetición del que sufría Colombia, en este mismo escenario, hace cuatro días. Porque Inglaterra tiene esa lealtad del que se sabe mejor pero no te lo dice con arrogancia sino que te deja jugar, te respeta la valentía, te valora el esfuerzo y después, en dos salidas, te induce al error y te liquida.
Así se ilusionó Kerr con el empate en el cabezazo desviado a los 81 y la milagrosa pierna de Carter cuando parecía que van Egmond lo empataba. hasta Kerr la tiró arriba de frente al arco cuando ya faltaban solo 5 minutos para el pitazo. Inglaterra, en un único contragolpe, hundió el puñal en el corazón amarillo cuando Hemp asistió a Russo para el 3-1 final.
Fin de la película. Agrio final para las infatigables Matildas. Inglaterra avanzó porque, codo a codo, fue mejor que todas sus oponentes hasta aquí. Su siguiente rival, en este estadio que les cae a la perfección, es España. Adiós a un Mundial inolvidable para Australia, adiós digno a un dueño de casa simplemente impecable.
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