La salida de Yassine Bono se confirmó el jueves por la noche. Era un secreto a voces. El marroquí no regresó a la capital andaluza, después de la disputa de la Supercopa de Europa. Su destino estaba ya apalabrado con el Al-Hilal de Arabia Saudí. La única oferta que podía satisfacer las pretensiones nervionenses, tras un acercamiento de Real Madrid y Bayern buscando una cesión de un portero al que el Sevilla había colocado un valor importante de mercado, contando con su edad y los dos años que le restaban de contrato. Ahora, se siente cierta orfandad en el Sánchez-Pizjuán. Se marcha un héroe. Dmitrovic asumirá el papel de titular, con el club buscando ahora un portero de futuro en el mercado.
A Víctor Orta le han ofrecido las opciones del croata Livakovic y el turco Cakir. Lo cierto es que el coste de esas operaciones echa para atrás al Sevilla. Son porteros ya hechos que buscan dar un salto superior. El director deportivo debe priorizar las necesidades de la plantilla. Por lo que la búsqueda del portero no es tan prioritaria. Se prefiere un joven revalorizable, como la mayoría de las operaciones; o, por contra, si no sale esa opción deseada, un veterano con conocimiento de LaLiga y cuyo coste no suponga un problema. Todo esto lleva a la titularidad de Dmitrovic en el Sevilla, con Mendilibar de acuerdo en cuanto a esta intención, siempre y cuando se invierta fuerte en otras demarcaciones.
Y es que el Sevilla pierde a un portero de nivel estelar. No sólo eso, su ascendencia en el vestuario era realmente importante, tanto con el goleador En-Nesyri, ejerciendo de hermano mayor, como en el grupo argentino, donde estaba muy integrado. Uno de esos miembros de la plantilla que hacen vestuario desde el respeto y la relevancia en el terreno de juego. Pierde el Sevilla a uno de los mejores porteros de su historia. Todo por la necesidad económica de la entidad. Dentro de la reconstrucción anunciada, los títulos recientes hablan de la importancia suprema de tener un portero top para competir con los mejores. Y Bono lo era.