Favor copiar y pegar de Barranquilla: se suma, que es lo importante y lo único. Después hay mucha discusión, pero los números son aliados de la causa nacional. Eso es bueno. Es muy bueno. Pero otra vez no sobró nada.
Colombia logró empatar 0-0 contra Chile de visitante, en una batalla campal en un potrero al que llamaron cancha de fútbol, que eliminó de un tajo talento, chispa y voluntad. Faltó juego sí, pero el punto en la bolsa salva la noche. Eso y al figura de Camilo Vargas permiten ir a la cama con tranquilidad.
El arranque, como ya ha sido tradición en la era Lorenzo, era preocupante. Otra vez Uribe no era el retén ni el socio en el medio y, en un campo dificilísimo, eso significaba sacrificio de los talentosos Carrascal, Díaz y Arias, a quienes les costaba el doble hacer contacto con el balón.
Empezaban a contarse los caídos cuando Mina se lesionaba solo en un pique y obligaba a la llegada de Dávinson Sánchez a los 23 minutos. Parecía que lo seguía Vidal en Chile pero aguantó… a lo Vidal.
Se salvó Colombia a los 29 cuando levantaron el centro en el sector de Machado para Echavarría, Muñoz, que jugó casi toda la primera parte como en patines, resbalando constantemente, resbaló y luego dudó Lucumí. Increíblemente la fortuna estrelló la pelota en el palo con Vargas vencido. ¡Qué salvada!
Ni qué decir de la que evitó el portero nacional en el mano a mano, el gran servicio de Brereton a Alexis Sánchez y el remate certero que aguantó bien Vargas. Otro susto.
En Colombia, la prueba de que faltaban socios era el tremendo pase de Carrascal a Arias que se fue apenas por arriba. La muestra clara de que iba a pesar mucho el campo era la amarilla a Arias por llegar tarde a la marca y la duda eterna del planteamiento ineficiente de Lorenzo en los primeros tiempos eran esos 45 minutos sin remates de gol, sin pases largos efectivos, sin circuitos de ataque, sin ideas claras.
El complemento no mejoró nada y pronto se hicieron los cambios: James por Carrascal y Durán por Borré. El primero, que parecía errático porque era preferible un socio veloz para el zurdo, que juega a una velocidad menos, tuvo un efecto positivo: con él empezaron a llegar balones a los atacantes.
Pero ni Arias ni Díaz estaban finos, el primero fallaba una ocasión más y tenía quedarle su lugar a Quintero, mientras el segundo se iba con una amarilla casi naranja por un codazo involuntario. Otro partido en Eliminatorias que su equipo no logró aprovecharlo.
Chile aguantaba bien y asumía su rol de local acercándose con peligro y Brereton era una aparición permanente en área de Vargas, que seguía batiéndose arriba y abajo. Hasta que Colombia lo tuvo y lo desperdició: Sinisterra, que reemplazó a Díaz, recibió una pelota linda y frente al arco decidió el pase y no el remate. ¡Qué desperdicio!
Cumpliendo el mandato de antaño, parecía que el que no los hacía los padecía: a todos los anticipó Maripán y venció a Vargas, pero el ángel de la guarda bajó en forma de VAR y la jugada se anuló por fuera de lugar. EL premio para el arquero nacional, figurón, era su super volada para corregir los errores de sus centrales y el manotazo arriba que evitó la derrota. El alma volvió al cuerpo en Santiago gracias a él.
Y así se firmó el empate, en una cancha muy difícil, es cierto, pero que era igual para los 22 y afectó más a los de amarillo, los que más requieren de espacios limpios para explotar el talento. En términos de resultados la cosecha es buenísima: tres puntos en casa y uno de visitante es la base ideal para la fecha de octubre. Todo lo que estuvo alrededor deja mucho, mucho para discutir y corregir.