
El Sevilla se marchó de vacío del estadio de Montjuïc. Pese a plantarle cara al Barcelona y llevar al límite al conjunto entrenador por Xavi, perdiendo tiempo en los últimos diez minutos, el equipo andaluz encajó la cuarta derrota del curso en Liga y regresa a su hogar con la sensación de una nueva oportunidad perdida en un territorio donde no es capaz de sumar, donde cada derrota duele. Cada año más. Porque tras la era Messi, los sevillistas creen que este año toca y siempre se estrellan contra la cruda realidad. 21 años sin una victoria en campo del Barça. Demasiado.
Y eso que los hombres de Mendilibar fueron valientes, sobre todo en el primer periodo. Tuvieron algunas llegadas importantes y pudieron ponerse por delante con alguno de los acercamientos, en un sistema sin delantero fijo, compartiendo esa posición entre Lukebakio y Lamela. La estrategia del entrenador vasco le sirvió en el primer tiempo, debiendo meter modificaciones cuando el Barcelona apretó de verdad.
Justo cuando varió tácticamente su esquema, llegó el gol en propio puerta de Sergio Ramos. Precisamente el central camero, un jugador que ha librado mil batallas contra los catalanes, anotando goles vitales o recibiendo rojas también en su contra. Un autogol que le ha hecho daño, como la derrota al Sevilla. Quedan dos partidos antes del parón. Champions y Liga. El Sevilla sigue en la parte baja de la tabla. Barcelona siempre reabre una vieja herida.