Fue el 9 de noviembre de 2022. Un gol de Muriqi servía para que el Mallorca derrotara a un Atlético deplorable. El equipo de Simeone acumulaba cinco choques consecutivos sin conocer la victoria, dos de los cuales habían certificado primero la eliminación de la Champions (aquel penalti que se pitó con el partido acabado y que fallaron sucesivamente Carrasco, Saúl y Renildo, por si no había s
uficiente con el primero) y después la de cualquier competición europea.
Se jugaba mal tirando a peor, desde el club se susurraba más de la cuenta e incluso un sector de la grada apostaba por la música de viento
cada vez que la megafonía del Metropolitano citaba al entrenador. Con buena parte de la plantilla preparada para marcharse de una vez al Mundial que ocupaba las mentes, aquello tenía muy mala pinta.
Pero
siempre hay que creer
…
Ha sido el 9 de noviembre de 2023. El Atlético hace oficial la renovación de Simeone hasta 2027.
Un hecho: es día de fiesta en Madrid. Otro hecho: ha sido jornada propicia para anunciar acuerdos
.
Diego Pablo llegó al cargo en diciembre de 2011, conviene recordarlo. Ni siquiera conocía a Carla, así que, en justa consecuencia, ni siquiera habían nacido Francesca y Valentina, esas niñas a las que dan ganas de comerse cuando cantan el himno. Las frases anteriores pueden sonar frívolas, pero se explican, o pretenden explicarse, a partir de que con ellas acudió al Metropolitano para firmar su nuevo compromiso y con ellas posó feliz tras hacerlo.
También con su cuerpo técnico, por cierto, en el que siempre hay una excepción para la regla
. En fin, éramos tan jóvenes…
Y como ya andábamos por allí entonces, hemos escrito tanto que ni siquiera sabemos qué escribir ahora, cuando el tipo anda molestando de nuevo después de persuadir a Witsel de que es central, a Lino y Riquelme de que son carrileros, a Barrios de que es pivote, a Morata de que es un goleador y a Griezmann de que es un superhéroe. Alguno que le conoce bien contaba este mismo miércoles que,
cabeza dura como es, lo que hace El Cholo cuando no le dan lo que pide es convencerse de que no lo necesitaba
. Y trabajar, claro. Como hace un año. ¿Un 5 y un 9, dice usted?
Simeone forma parte de nuestro paisaje sentimental. Bucarest, Mónaco, Madrid (dos), Barcelona, Lyon, Tallín o Valladolid en lo que a títulos respecta. Las estadísticas apabullantes y el récord absoluto de una entidad centenaria en lo que a partidos respecta. Y su traje negro, sus aspavientos desde el banquillo, su forma de vivir cada partido como si efectivamente fuera una final,
sus respuestas monosílabas a preguntas necias, sus «trataremos de llevar el partido donde nos sintamos más cómodos», sus emolumentos convertidos en tema favorito de cualquier cuñado que se precie…
su orgullo, sobre todo su orgullo. Porque a partir del amor propio ha conseguido el amor ajeno, convencida como sigue buena parte del personal de que la peor versión de su entrenador actual superará a la mejor versión del entrenador que esté por venir.
Lo mejor de la ampliación de contrato, además, es que se produce cuando la moneda de la temporada anda aún en el aire, cuestión de tiempo que que sea cara o cruz, que salga bien o mal. Hasta para eso ha prestado ya definición, «tenés todo, tenés nada», porque casi 12 años que podrían (deberían) ser casi 16 han dejado todo tipo de enseñanzas.
Y sí, hay cláusulas que facilitarían una resolución en caso de que no llegue la clasificación que siempre llega
, pero a otro perro con ese hueso en un día como éste. Simeone 2027. Donde nos sentimos más cómodos…
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