Subirse al barco de Isaac Romero, una vez que ha salido de puerto, es lo más sencillo del mundo. El delantero de Lebrija no deja de sorprender a propios y extraños con un rendimiento mucho más alto de lo esperado. Y eso que en el Sevilla sabían de su nivel. Otro asunto es que llegasen a pensar que podía adaptarse a la élite desde el primer minuto y que su idilio con el gol y con el propio juego del equipo fuese tan sencillo. De haberlo supuesto, Isaac hubiese tenido ficha del primer equipo desde verano. Algunos ya lo recomendaron. Sin embargo, las promociones de jugadores de la cantera siempre resultan complejas. Hay cierto miedo a dar ese paso, ya sea en cuanto a responsables en planificaciones o en los propios entrenadores, quienes no quieren pillarse los dedos con los jóvenes. Isaac Romero, viendo que no le iban a dar la oportunidad, pidió salir en verano. No quería jugar en Segunda RFEF. Tenía una propuesta de Segunda. ¿Quién lo frenó todo? Víctor Orta.
Al director deportivo madrileño se le ha hecho bola su primera experiencia en primera línea dentro del Sevilla. No se le achacan sus decisiones de entradas o salidas, valorándose incluso de forma positiva, sino que la contratación de Diego Alonso para el banquillo, apuesta personal suya, ha lastrado parte de la temporada de un equipo al que sólo le queda como objetivo la permanencia. Esa cruz la lleva él. Como también se aprecia, en el otro extremo, que convenciese a Soumaré para rebajarse el salario y firmar como cedido por el Sevilla; que Lukebakio rechazase la Premier por el Sánchez-Pizjuán; o firmar a un Nyland sin equipo, para dar un alto rendimiento. Todo eso es de Víctor. Como también lo fue el sentarse con Isaac Romero y frenar su adiós.
Porque el delantero no quería continuar jugando en el filial. Probó con Mendilibar en verano y se quedó en tierra cuando el primer equipo se marchó a Estados Unidos. Mendi llamó a Iván Romero (Levante) con un pie ya fuera del club. Esto molestó a Isaac, quien veía que el primer equipo no contaba con él y para jugar con el Sevilla sólo podía hacerlo mediante ficha con el primer equipo. El Albacete fue el club que le hizo una propuesta. Le elevaba el sueldo bastante. Pidió salir. Y Víctor le solicitó una reunión al jugador y sus agentes. Le convenció, aunque Isaac pidió a su vez que se sentase también con sus padres. Víctor lo hizo, prometiendo una salida en enero o junio siguientes a un club de Segunda (si no le llegaba la oportunidad del primer equipo), de donde le llegarían cinco o seis ofertas y más ambiciosas, no sólo una.
Su opinión y la del entonces entrenador del filial Antonio Hidalgo (quien se lo ha querido llevar con él al Huesca) es que el delantero iba a marcar muchísimos goles (once en Segunda RFEF en menos de media liga) y se le abrirían más puertas. Todas las que quisiera. Sin esa conversación y empeño de Víctor, Isaac no estaría hoy siendo la estrella del Sevilla. Cinco goles en siete partidos y una sensación de crecimiento imparable. A veces los caminos hacia la élite se basan en decisiones que parecen ir en contra tuya. Pequeños pasos atrás antes de dar el salto definitivo.
Confianza del equipo de cantera
Isaac se marchó del Sevilla siendo un niño, cuando se cambia de fútbol 7 al 11. En el Antoniano destacó y avisaron a Marchena (quien trabajaba con Gallardo en el filial) para que le echase un ojo. El campeón del Mundo fue a verlo y recomendó su fichaje. Agustín López y Marcos Gallego también fueron a verlo y ejecutaron esa posibilidad. Ellos también apretaron para que se quedase en el Sevilla Atlético este curso, antes de que Víctor entrase en escena. Porque los que siguen el día a día de los escalafones inferiores creen ciegamente en el trabajo de cantera y ahora ven como Juanlu, Kike Salas (con dorsal del primer equipo) o el propio Isaac relanzan la idea de un Sevilla donde los jóvenes valores puedan llegar a liderar futuros proyectos. Isaac Romero es la prueba que, a veces, los mejores fichajes están en casa.