Pepe Mel continúa concediendo entrevistas desde su llegada a Almería. Esta vez, ha sido el turno para la radio oficial del club, con quienes ha charlado de manera más íntima y personal. Mel ha contado que en el día de ayer aprovechó para comer en el Mercado de Almería y visitó el centro de la ciudad, el cual le encantó. Ha hablado de su manera de ser dentro de un vestuario y su forma de gestionarlo. Comentaba que el entrenador está en constante examen por los futbolistas y que hay que saber qué puedes hacer en cada momento y con quién. También ha dado un repaso a su etapa como canterano en el Real Madrid y su relación con Michael Robinson, con quien coincidió en Osasuna.
¿Qué hizo en el Día del Padre?: «Comí en el mercado y me encantó. Vi el centro de Almería que me parece precioso y me gustó mucho. Y luego, como cada trabajador que se muda de ciudad pues intentar buscar casa y el acomodo para mi familia. En eso utilicé el día libre. Me gusta estar dentro de la ciudad, conocer a la gente y sentir las costumbres. Eso te une un poco más al sitio donde estás. Cada ciudad tiene sus cosas y tienes que estar al nivel y adaptarte».
¿Qué le decía la gente?: «Todos me decían lo mismo: ‘Enhorabuena, hemos ganado’. La gente también está un poco resignada, es normal. Creo que el equipo tiene que empezar a dar cosas, animar a la gente, más allá del resultado final cuando llegue junio. Es importante que haya esperanza de futuro».
Todos me decían lo mismo: «Enhorabuena, hemos ganado
Gestión del vestuario: «He hablado con todos. Les he explicado el plan y mi forma de entender el fútbol. Nunca hay dos partidos iguales, incluso dentro del mismo partido suele ser diferente. Tampoco hay dos rivales iguales, no tienen nada que ver la UD Las Palmas con el Osasuna. Cada uno tiene sus virtudes. Por lo tanto, nosotros también tenemos que reaccionar ante eso y los jugadores creo que lo han entendido. Lo importante ahora mismo es trabajar y mostrarse al entrenador. Yo estoy aquí para tomar decisiones que para eso te contratan».
Mano izquierda: «Yo por mi forma de ser me gusta ser bastante cercano. No me gusta no dar explicaciones. Como personas que somos, cuando el futbolista entiende lo que su entrenador quiere hacer, más allá de que no esté de acuerdo porque todo futbolista quiere jugar, creas ese vínculo de que él sabe por qué se ha hecho y cuál es la intención. Eso va a ser así en estas jornadas y creo que es el camino correcto».
He aprendido que la broma que le gasto a Baptistao, no se la puedo hacer a Robertone
También tiene su carácter: «Sí hombre, claro. La experiencia del banquillo te hace ver el camino correcto. Llevo más de 20 años en la élite en un banquillo de fútbol profesional y tendría que ser muy burro si no hubiera aprendido que, por ejemplo, la broma que le gasto a Leo Baptistao, si se la hago a Robertone, no le sienta bien. Eso lo tienes que aprender desde el minuto 1, es la llave del éxito. Cuando un entrenador llega nuevo a un vestuario, está siendo examinado por toda la plantilla. El futbolista siempre intenta buscar el defecto del entrenador o su punto débil, es un examen continuo. Los entrenadores no somos como los presidentes del gobierno que se examinan cada cuatro años, nosotros lo hacemos cada siete días».
Trayectoria: «El fútbol te va indicando que te estás haciendo mayor porque hay ya muchos ex jugadores míos que son entrenadores, como por ejemplo Míchel en el Girona, que fue capitán mío en el Rayo cuatro años. Veo a tantos futbolistas jugar que he sacado yo, como Ceballos, Fabián, Lucas Pérez, el propio Fede Valverde que debutó en Primera conmigo con 18 años y ahora está en el Madrid haciéndolo muy bien, Pedri, etc. Son experiencias que uno tiene. En el fútbol hay que quedarse con lo bueno. En este negocio solo consiguen el éxito unos pocos, pero el éxito no es solo ganar títulos, hay muchas cosas y yo me quedo con esas cosas».
Su idilio con la cantera: «Yo soy canterano del Real Madrid, estuve 12 años. Entré con 11 años y me marché casado, o sea que fijaos si he estado tiempo en el Madrid. Y en esa época el Madrid era un muro imposible de saltar, solo los elegidos subieron. Era la famosa quinta del buitre que fueron compañeros míos. Los demás, es cierto que nos íbamos a clubes de Primera, yo fui a Osasuna porque era muy difícil llegar al primer equipo del Madrid. Entonces, yo lo he tenido claro desde siempre, creo en el trabajo de cantera porque he sido un canterano, creo en los entrenadores del fútbol base y creo que solo hay una forma de darle valor a ese trabajo y ese valor lo da el entrenador del primer equipo. De nada vale el trabajo fantástico que hayan hecho los entrenadores de las bases con Marcos Peña si el entrenador del primer equipo nunca le da la oportunidad. Dicho esto, los futbolistas tienen que tener cosas, yo no regalo nada. Yo lo que quiero hacer en mi primer partido en el Almería es ganar, no vengo aquí a regalar cosas. El futbolista está ahí porque se lo merece».
Salto generacional: «Dentro de propia plantilla hay un salto generacional, pues imagínate yo que tengo 60. Tú tienes que saber manejarte con diferentes cosas y saber que la vida evoluciona, que las cosas que en mi época estaban bien o mal vistas, ahora pueden cambiar. Pero el fútbol es muy sencillo, yo creo que lo complicamos los de fuera. Cuanto más fácil lo haces, es mejor para todo el mundo».
¿Les dio algún disgusto a sus padres de niño?: «A lo mejor alguno estudiando porque yo tenía la obsesión del fútbol y entré muy joven en la escuela del Real Madrid. Valoro mucho el sacrificio de mis padres porque Madrid es grandísimo y yo tenía que hacer un desplazamiento importante para ir a la ciudad deportiva y todos los inviernos con frío, con nieve y con lluvia, mis padres aguantaban a que su hijo entrenara. Ellos también tienen mucho mérito».
Tenía una obsesión con el fútbol y entre muy joven en la escuela del Real Madrid
Su faceta de la comunicación: «Es muy importante porque un entrenador de fútbol no deja de ser un profesor. Yo he tenido excelentes entrenadores, algunos de ellos han sido excelentes futbolistas y tenían el fútbol muy claro en su cabeza, pero luego no lo sabían explicar. Transmitir lo que sabes y que tu mensaje llegue al futbolista para mí es fundamental. Como trates al futbolista en el vestuario, como sea tu relación con los que no juegan y que sepas transmitir el mensaje, para mí esas tres cosas son clave».
¿Cómo habría gestionado una situación como la de En Nesyri y Sánchez Flores?: «Yo lo he vivido muchas veces. A mí me lo han hecho. Mi reacción siempre ha sido como si no lo hubiera visto porque si no, agrandas el espectáculo y hoy en día hay muchísimas cámaras y te van a trincar fijo. Yo habría reaccionado como si no hubiera pasado porque luego estás en el vestuario con la puerta cerrada y es el momento de decir lo que quieras, te puedes acordar de todos los santos. De cara al público, tú atención tiene que estar en el juego. Quique es un tipo temperamental y él sabrá lo que tiene que hacer».
¿Cómo va a ser la próxima charla técnica?: «Por desgracia para todos nosotros, lo que hemos hecho en Las Palmas es una gotita de agua en el desierto, simplemente eso. Nos ha valido por la autoestima, por la gente, por el club, por nuestra forma de encarar las cosas, pero hay que seguir. Tenemos que ganar en nuestro estadio, es un nuevo reto. La gente tiene que sentir que el árbitro ha pitado el final del partido y su equipo ha ganado. Esa sensación es por la que peleamos todos los profesionales. Hay muchas cosas por las que intentar seguir hacia adelante».
Jugó en el Osasuna, su próximo rival: «Solo he tenido una lesión grave en mi vida y fue allí. Además, fue en la pretemporada con lo cual no me dio opción a debutar. Tuve una lesión en el tendón de Aquiles y estuve 7 meses parado. Había un equipazo. Era otra época en la que solo se clasificaban tres para Europa y uno de esos tres fue Osasuna. Jugaba con Michael Robinson, que además éramos vecinos y yo le solía llevar en el coche a la ciudad deportiva. Yo era un crío y tenía sentado a mi lado a uno que acaba de ganar la Champions. Era un tío súper comunicativo y muy expresivo. Recuerdo que lo vi por última vez en un partido mío cuando entrenaba al Depor en A Coruña, esa fue la última vez que pude hablar con él».
Hasta que el árbitro no pita el final no bajan las pulsaciones
Segunda parte en Las Palmas: «Se hizo larga porque no llegaba nunca el minuto 94. Uno tiene tantas experiencias de que en la última jugada te han empatado o has perdido que hasta que el árbitro no pita el final, no bajan las pulsaciones».
Tramo final de la temporada: «Cuando uno está en deporte profesional, tiene que luchar hasta el último segundo. Nosotros no vamos a dar por perdido nada, pero no es nuestro objetivo, no es en lo que estamos pensando y no nos centramos en ello. De hecho, ni siquiera hablamos de eso. Fuimos a Gran Canaria pensando que era un partido que teníamos que disputar y vamos a recibir a Osasuna pensando que es un buen equipo contra el que queremos competir. Si lo hacemos bien, tendremos muchas opciones de ganar tres puntos».
La llamada del Almería: «Fue todo muy rápido por la urgencia y el momento. Lo que le agradecí a Joao fue la sinceridad, me dijo que querían un entrenador para diez partidos, que no me podía ofrecer más allá de eso y a mí me pareció muy bien. Me conocen de haberse enfrentado a mí, pero tienen por qué conocerme en el día a día. Yo tampoco conozco al club por dentro. Ayer estuve conociendo Almería porque siempre que he estado aquí ha sido en un hotel. He tenido cantidad de mensajes que me decían que por qué venía, como diciéndome que estoy loco, que me iba a ir a un sitio donde iba a descender… Sin embargo, donde ellos no ven ganancia yo veo mucha».