No es la primera vez en la que el Sevilla se ve envuelto esta temporada en algún acto nada agradable en un campo rival. Hace pocas semanas si vivió el hecho insólito de que a Ocampos le tocasen el trasero desde la grada de Vallecas. Propuesta de sanción de 6.000 euros y un año de sanción sin entrar en un estadio para el joven que tuvo la mala idea de hacer aquello. Ahora, nuevamente en la Comunidad de Madrid, ha terminado un partido siendo protagonista por situaciones ajenas al propio juego. Marcos Acuña recibió insultos de «mono», mientras que Quique Sánchez Flores, entrenador del equipo andaluz, escuchó gritos de «gitano». El jugador no hizo declaraciones públicas, mientras que el técnico madrileño fue muy duro en sus críticas a estos hechos. Es el turno de los comités. El Sevilla está seguro de ello.
Porque en el Coliseum se cumplía a la perfección el protocolo que ha implantado LaLiga para esta clase de hechos, ya sean insultos racistas o de otro tipo. Iglesias Villanueva interrumpió el partido y pidió que se avisase por megafonía para que remitieran estos insultos. Además, todo fue incluido en su acta. Por tanto, los hechos ya están denunciados. De hecho, el Sevilla habló con LaLiga nada más finalizar el encuentro y los propios encargados del campeonato de estos asuntos comprobaron que estaba recogido en el acta, para que todo siguiese su curso natural.
Ahora le toca al Getafe el tratar de encontrar al aficionado o aficionados que insultaron a los sevillistas para que las medidas disciplinarias caigan sobre ellos. Tras esta investigación, deberá ser el Comité Antioviolencia el que proponga algún tipo de sanción. El Sevilla, al estar todos los mecanismos y organismos competentes involucrados, no irá más allá porque no lo necesita. Está alineado con LaLiga en todos sus aspectos disciplinarios y también en el que sucedió en el Coliseum. Que se llegue hasta el final de este asunto.