La temporada en la que todas las aspiraciones estaban puestas en que el equipo diera un pasito hacia adelante en cuanto a consagrarse en la Primera División sin mayores dificultades, la de los 52 millones de euros en gastos para fichajes en el mercado de verano, únicamente por detrás del Real Madrid y la de empezar a construir el objetivo a medio plazo de plaza europea, se tornó desde el primer momento en una campaña nefasta, desastrosa.
El Almería ha descendido un 27 de abril habiendo logrado una mísera victoria en 33 partidos, sin haber ganado ni un solo partido en 17 encuentros como local (a falta de solo dos citas más en casa), con una sangría de goles (67) impropia de un equipo de la máxima categoría y como uno de los peores equipos y, colistas en este caso, en la historia de LaLiga con 14 pírricos puntos, únicamente superado por el Sporting de Gijón de la 97/98 con 13. Es decir, uno de los descensos más merecidos de un conjunto en la historia de este deporte a nivel nacional.
Los rojiblancos comienzan desde ya su larga travesía en el desierto de la Segunda, a falta todavía de cinco jornadas para que concluya esta temporada, tan solo dos años después de subir de categoría. La sensación es que, a pesar de haberse mantenido la anterior temporada en el último partido en Cornellá ante el Espanyol, la UD Almería descendió aquel día de categoría porque ha sobrado un año entero. Ni jugadores ni sobre todo afición han sido capaces de saborear esta última campaña en la máxima categoría del fútbol. El proyecto debe volver a resurgir nuevamente desde este mes de junio porque ha resultado ser un fracaso absoluto.
El Power Horse Stadium ha vivido esta tarde lo más duro que puede vivir un estadio local y no es otra cosa que el tercer descenso de su equipo a Segunda División, el segundo entre estas cuatro graderías.