A los inversores que quieren poner dinero, trabas; y a los clubes que pierden dinero, facilidades. Algo no me cuadra. No es tan simple, ni mucho menos. No soy tan frívolo, pero permítanme hacer una reflexión desde un espíritu constructivo hacia LaLiga y Javier Tebas. El otro día se publicaron los límites salariales y llamó la atención el del Sevilla que baja de 168 a 2 millones. Según sus
ingresos y gastos confirmados para la 24-25, sólo podría gastarse dos millones en plantilla deportiva para no dar pérdidas a final de temporada. La pasada temporada presupuestó quedar cuarto y llegar a jugar los octavos de Champions.
El papel lo aguanta todo. Luego la realidad te pone en tu sitio.
El Sevilla viene de perder casi 170 millones de euros desde la 20-21, incluyendo la 23-24 en la que el Consejo en la Junta de Accionistas en noviembre de 2023 dijo que la previsión sería de no dar pérdidas a 30 de junio 2024 y resulta que han superado los 80 millones de números rojos. La fotografía empeora mucho cuando los 170 kilos se pierden en cuatro temporadas que el equipo está jugando la Champions con sus suculentos ingresos extraordinarios. El origen del problema viene de atrás y es clarísimo: el Sevilla se gastó en la 22-23 el 87% del total de sus ingresos en su plantilla (144 salarios y 50 amortizaciones). De un total de 224 de ingresos (sin ventas), sólo la primera plantilla se comía 194.
Para la pasada temporada 23-24 el coste bajaba a 164 con unos ingresos previstos de 201 (sin ventas). )
.Es decir, el 82%. Ahí está el problemón. Javier Tebas vino a justificar que, frente a esa cifra tan llamativa de sólo dos millones de límite salarial para la 24-25, al Sevilla le perjudicaba mucho no jugar la Champions esta temporada. En concreto lo cifró en 70 millones menos. Y añadió una frase lapidaria: «al Sevilla hay que ayudarle, porque si vende a todos los jugadores desaparece».
Lo primero es que no me cuadran los números.
Si el Sevilla jugase la Champions esta temporada e ingresara esos 70 millones, su límite de coste de plantilla serian 72 y no 2, pero el coste real de plantilla seguiría siendo de más del 50% de esos 72. El club de Nervión ha filtrado que lo ha bajado a 110 el total. Por tanto, para llega a tener sólo un límite de dos millones han pasado muchas más cosas, que no clasificarse para Champions. El problema está en el coste altísimo de plantilla que ha tenido; en las pérdidas acumuladas en los últimos cuatro años, pese a jugar Champions; y en caerse de la Champions.
La suma es igual a la tormenta perfecta. Esto ya son temas para análisis de los accionistas del Sevilla.
La cuestión es que las normas de LaLiga a los clubes que de pronto están excedidos, por circunstancias sobrevenidas, les hace normas comprensivas para que poco a poco vayan soltando lastre porque la plantilla cara ya la tiene con contratos en vigor y no puede eliminarla de una temporada a otra. Le permite incluso seguir fichando jugadores con la famosa norma de te dejo que te gastes 6 de salario de cada 10 que ahorres y te dejo que te gastes 2 de cada 10 que obtengas netos por venta de jugadores. A estos clubes excedidos a lo bestia sería acertado crear normas que les bonifiquen por el «fichaje, uso e inscripción» de jugadores de la cantera para el primer equipo. O sea que suban gente de la cantera les bonifique y que fichen de fuera les perjudique o incluso que no puedan hacerlo hasta que se corrijan. Y si pierden poder competitivo, que lo asuman y que no hubiesen perdido la cabeza queriendo estirar más el brazo que la manga o tomando decisiones erráticas año tras año. Ya expliqué en mi último artículo (‘El colmo fue lo de Olmo’) que estas normas de control económico de LaLiga, si se mezclan con grietas como la de inscribir a jugadores que no podrías fichar, a cambio de un lesionado de larga duración, acaban favoreciendo al infractor. Olmo e Iñigo Martínez hoy no podrían estar inscritos y jugando con el Barca, si no llega a ser por la casualidad de las lesiones de larga duración de Araujo y sobre todo la «suerte y larga duración» de Christensen.
Frente a esta comprensión normativa para los presidentes y dirigentes,
que estiran el brazo más que la manga, sin poner dinero de su bolsillo y arrastrando a su club a estas situaciones, está la normativa restrictiva de los posibles inversores o propietarios de clubes que incluso queriendo poner dinero, se les cortan las alas. Pondré un ejemplo: si como sueña y desea la afición del Valencia, Peter Lim vendiera el club y el nuevo propietario quisiera darle un impulso deportivo e invertir de una tacada 100 millones de euros en plantilla deportiva, resulta que las normas sólo le dejarían invertir 20 por temporada durante 4 temporadas y el 20% restante aplicarlo a deuda. Esto en el mejor de los casos, porque según la deuda neta del club te lo restringirían a 20-15-15-15%. Tiene una explicación esta norma y es el hecho de que un caprichoso no eleve el coste de plantilla una barbaridad mientras está de subidón por el capricho y si luego vende y se va y deja al club empantanado con unos gastos estructurales desfasados, podría poner en riesgo la viabilidad del club. Pero digo yo que puestos a ser comprensivos para que la «industria» siga en marcha y la locomotora siga haciendo el
chu-cu-chuc, chu-cu-chuc,
será más lógico ser comprensivos con los que ponen el dinero que no con quienes lo gastan o lo malgastan o lo mal-gestionan ,sin ponerlo de su bolsillo.
El
fair play
se hizo para proteger a los dirigentes de sí mismos,
para poner coto al cortoplacismo , a la ambición desmedida y a los gastos desaforados en búsqueda de alcanzar un nivel deportivo superior al que te puedes permitir ( la famosa ilusión) y que todo ello acabe dañando al club o a la SAD y el dirigente se vaya de rositas. Y este
fair play
y tiene que cambiar claramente en la esencia, porque los malos gestores, que no ponen dinero tienen normas escapatorias y los que ponen el dinero, camisas de fuerza. Con toda humildad, creo que a esto le tiene que dar una vuelta Javier Tebas, que me parece el mejor Presidente que ha tenido y puede tener LaLiga.
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