La historia de Dani Cuesta dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos una vez salió a la luz que se encontraba retenido en Singapur por colocar una pegatina de “Lim out” y hacerse una fotografía con la pancarta amarilla de “Lim Go Home” en la casa personal de Peter Lim. La noticia se conoció el pasado lunes, pero desde el viernes anterior ya acumulaban tres días de angustia con un desenlace incierto. En ningún momento llegó a imaginar que su luna de miel tendría este final cuando en la víspera del viaje metió en la maleta una pancarta y pegatinas de protesta contra el máximo accionista del Valencia. Sin Ataduras de Radio MARCA Valencia ha conocido de primera mano lo que sucedió durante los siete días de retención en Singapur.
El relato de los valencianistas retenidos
Fue un error, claro está después de lo sucedido, publicar las fotos sin salir del país. Pero Dani no se dio cuenta de la gravedad de lo ocurrido y de las consecuencias que podía tener hasta que al día siguiente intentó viajar a Bali. Ya en el aeropuerto, superó el primer control de seguridad sin ningún tipo de problema, pero ya fue en el segundo escáner cuando fue apartado por la seguridad del propio aeropuerto. Desde una sala acristalada llegó a ver cómo su mujer sí que consiguió pasar el control y podía tomar la decisión de coger el vuelo sin él. Lejos de hacerlo, decidió esperarlo mientras pasaban los minutos e incluso las horas sin que nadie le comunicara a Dani lo que estaba ocurriendo.
Lim compró barato y quiere vender el Valencia caro
Después de ser trasladado a la sala de extranjería, la pareja se reencontró y decidieron esperar a que los agentes llegaran para hacerles unas preguntas, tal y como les habían anticipado el personal del aeropuerto. Hasta allí se presentaron dos hombres perfectamente trajeados que en ningún momento les habían anticipado. El protagonismo lo acaparó uno de ellos, quien lo primero que hizo fue acercarse a Dani, sacar el teléfono y preguntarle si era la persona que salía en una foto sujetando la pancarta de “Lim Go Home”. Dani reconoció en todo momento los hechos, pero intentó argumentar que no le había hecho daño a nadie. No obstante, sus palabras sirvieron de poco al señor trajeado que le explicó que se trataba de “una ofensa” y era “ya tarde” para pedir perdón. Hasta ahí podríamos catalogar que el comportamiento era normal dentro del contexto de un país como el de Singapur, pero el ‘interrogatorio’ continuó. Le pidió el teléfono y empezó a consultar la galería de fotos, pasando las imágenes riéndose de Dani y señalando que “Lim compró barato y quiere vender el Valencia caro” y que “Lim no se va a ir por unos cartelitos amarillos”. Son frases literales. La conversación acabó con el singapurense advirtiendo que esperaran porque vendría la policía y una intérprete, ya que hasta entonces la conversación se había desarrollado a través de Google Translate. Pero, si ahora venía la policía, ¿quiénes habían estado más de media hora preguntándoles?, se preguntaba la pareja valencianista.
La relación con los dos agentes que llegaron para interrogarlos aún en el propio aeropuerto fue mucho más afable y correcta. Sin malos tratos ni burlas. Uno de ellos era Joshua, policía que llevó toda la investigación y que se mantuvo en contacto con la pareja de valencianistas. Se identificaron en todo momento y les preguntaron por los motivos de la foto y del acto de protesta, de dónde era el material, quién había realizado la maleta y en definitiva otros temas mucho más lógicos. Además, les tranquilizaron y les adelantaron que no iban a ser detenidos pero que “tenían que hacer caso en todo lo que les decía”. Una de las primeras consignas fue entregar el material (banderas, pegatinas y demás) contra Peter Lim. Finalmente, pudieron abandonar el aeropuerto con la información de que la investigación policial se alargaría durante cuatro días más como mínimo. Desde allí fueron trasladados en coche policial hasta sus dependencias y sin más interrogatorios les recomendaron que se instalaran en un hotel cercano a China Town, para estar cerca del lugar donde volverían a declarar, y de los juzgados, por si el asunto se estiraba y era necesario ir a juicio. Dani se quedó sin tarjeta de crédito, sin teléfono y sin pasaporte.
Mientras ocurría todo esto la noticia en España todavía no había salido y solo unos pocos conocían que esto estaba ocurriendo a 11.116 km de distancia. Una de las primeras consultas que harían sería tratar el tema con el cónsul, quien les recomendó que sería mejor que no se filtrara a la prensa nada, aunque a posteriori el informe de la embajada fue difundido a un medio de comunicación escrito. Finalmente se publicó la historia en la madrugada en la que Dani tenía que volver a declarar después de que el propio Joshua les citara por WhatsApp.
El segundo encuentro con las autoridades
El segundo encuentro fue mucho más duro y alejado de la norma. Dani acudió junto a su mujer y empezó el interrogatorio en una sala de no más de dos metros cuadrados. Allí estaba el hombre trajeado, con el que se habían encontrado inicialmente en el aeropuerto, y fue ahí cuando entendieron finalmente que se trataba del superior de Joshua. Al principio la declaración iba a ser con la pareja junta, pero finalmente la realizaron por separado. El gran porcentaje de las preguntas fueron dirigidas hacia las intenciones de Libertad VCF, las motivaciones y objetivos que tenían. No querían saber los motivos de Dani. Pretendían obtener la mayor información posible de la entidad de oposición contra Peter Lim como si de una célula terrorista se tratara. Algo que resulta cuanto menos curioso porque Dani ni siquiera es socio de la asociación. A su pareja le repitieron el cuestionario, pero al acabar el policía jefe se acercó a Dani para hacerle unas preguntas con un tono muy extraño. Lo primero de todo intentó enfrentar a la pareja advirtiendo que el comportamiento de Dani había fastidiado la luna de miel. Por si no fuera poco, continuó amenazando con que no saldrían de Singapur si continuaban saliendo informaciones en la prensa (como si pudiera demostrar que era Dani el que estaba hablando, cuando en todo momento pidió que la información no saliera). La realidad es que estaban asustados porque el New York Times, Le Parisien, la BBC, Strait Times y en definitiva todos los grandes medios del mundo habían contado con pelos y señales la manera de funcionar de Singapur, país de Peter Lim, máximo accionista del Valencia C.F.
Durante todos estos días Dani no estuvo solo y es que desde el teléfono de su mujer pudo ir leyendo los miles de comentarios de apoyo de una afición valencianista que se solidarizó desde el primer momento con la situación que estaban viviendo. Finalmente, solo recibió un “warning” (amonestación) y ni siquiera tuvo que pagar una multa. Su sanción fue el susto y el miedo. Dani Cuesta y su mujer ya se encuentran en Valencia y desde el pasado fin de semana intentan retomar una vida que durante siete días fue retenida por manifestar su disconformidad con Peter Lim de manera pacífica.