El hecho de que se haya identificado y detenido a un grupo de personas que presuntamente emitió por redes sociales llamadas a provocar incidentes racistas en vísperas de un partido de fútbol envía un mensaje positivo. El más directo, al mundo del fútbol, porque en él es mayoría la gente que no disfruta con el espacio de impunidad que fue durante demasiado tiempo y en el que algunos –quienes extraen poder y beneficio de la violencia–, quieren perseverar. La gran mayoría más bien se siente molesta e intimidada por estos, aunque a veces uno se resigne por un presunto ‘bien’ de los colores. Y esta acción viene a protegerles y reforzarles.
El indirecto, a toda una sociedad en la que las redes sociales se emplean en demasiadas ocasiones para difundir odio, bulos y, en realidad, siempre sembrar violencia con, por supuesto, el antifaz de un apodo en redes. Que se haya sabido por esta vía que el famoso anonimato de los redes es un mito y que quien se esconde bajo una máscara digital para vomitar odio puede ser rápidamente descubierto y empurado es también positivo porque dice que la impunidad tampoco es tal.
Ahora sólo hace falta que se persevere en ello, que estos hechos se denuncien, que todos los agredidos -porque el insulto es una agresion- lo hagan en la forma adecuada y que se actúe efectivamente contra los agresores. Porque si no será otra vez el turno del eterno victimismo: que si nosotros y no ellos, que si ahora sí y antes no, que si una mano negra actúa contra nosotros…