
Las palabras de Ancelotti sonaron a advertencia para LaLiga, casi a órdago. “Es la última vez que vamos a jugar un partido con menos de 72 horas de descanso. Nunca más vamos a jugar”. Las dijo el sábado, después de remontar a domicilio al Villarreal tras haber descansado 66 horas y 47 minutos desde el agotador partido con prórroga ante el Atlético en la Champions. A la mañana siguiente le respondió Tebas recordándole que Butragueño solicitó atrasar el siguiente partido a
, pero que con ese atraso se incumplirían de nuevo las 72 horas respecto al siguiente contra la Real en Copa.¿Y quién tiene la culpa de esto? A estas alturas sería una ingenuidad esperar de los organismos reguladores (FIFA, UEFA y LaLiga) que priorizasen la salud de los futbolistas antes que sus propios ingresos y su negocio. Por no hablar de la calidad del espectáculo futbolístico, en evidente retroceso como consecuencia de esta saturación. Cada año se inventan nuevos torneos (Mundial de Clubes de siete partidos a lo largo del mes dedicado tradicionalmente para vacaciones) o nuevos formatos en los torneos ya existentes con más partidos (si el Madrid ganase esta Champions habrá jugado 17 encuentros, frente a 13 del año pasado). En el verano de 2026 el Mundial de selecciones aumentará de 32 a 48 participantes.
Tebas recalca que lo de jugar con menos de 72 horas lleva pasando 14 años, desde que hay competiciones europeas los jueves. Pero este problema, lejos de moderarse, va a más. Por eso es inexplicable que este asunto del descanso no esté convenientemente regulado ni figure en el reglamento, en vez de la declaración de intenciones que acordaron LaLiga, la Federación y la AFE tras el Covid. Ayer la AFE de David Aganzo por fin dio señales de vida y anunció que ha contactado con las instituciones para buscar un consenso. No se entiende que el organismo encargado de velar por la salud de sus representados no haya sido capaz hasta ahora de incluirlo en el convenio colectivo del fútbol profesional. Pero más vale tarde que nunca. Veremos.