
El Villarreal es tercero de LaLiga española y parte como uno de los grandes, si no el gran favorito, para conseguir un puesto que clasifique para la Champions de la próxima temporada. Precisamente en la actual ha regresado a la máxima competición continental, donde una inesperada derrota en Chipre le ha complicado sus aspiraciones de superar la fase de grupos. Ese, que es su principal quebradero de cabeza en estos momentos, se hubiera visto como una bendición, si no casi una utopía, dos años atrás. Porque, exactamente en esa fecha, se produjo un punto de inflexión en la historia reciente del equipo amarillo con la llegada de Marcelino.
Un 13 de noviembre del 2023, Marcelino volvía a sentarse en la sala de prensa del Estadio de La Cerámica como técnico local. Algo que nadie hubiera podido imaginar años atrás cuando el asturiano salió del club de La Plana por la puerta falsa tras sus discrepancias con la dirigencia. Las asperezas limadas con el paso del tiempo y el convencimiento del club de la necesidad de apostar por un técnico contrastado para salir de la delicada situación por la que pasaba en aquellos momentos, hicieron el resto. Y con «Marce» en la banca, llegó el despertar de un equipo que ha pasado de pelear por eludir un temido descenso a mirar de cerca una vez más a los ojos de los grandes.
Para la historia siempre quedará el titular que el de Careñes pronunció durante su presentación: “Mi nombre es Marcelino García, no me llamo Salvador ni me apellido Milagros”. Una afirmación que el tiempo ha puesto en duda visto el radical cambio experimentado en La Cerámica. Aquella temporada tomó las riendas de un equipo a la deriva que, en tan sólo dos meses, ya había visto desfilar a dos técnicos por su banqueta (Setién y Pacheta). Cerca del descenso y a 20 puntos de La Champions, el Villarreal acabó peleando por Europa aquella temporada y alcanzó los octavos de la Europa League.
Era un primer paso para la reconstrucción de un equipo que, ya el siguiente verano, comenzó a llevar la firma del asturiano. La apuesta por mayor juventud y músculo para apuntar a un fútbol que el técnico considera más actual, sirvió para dar un paso al frente. Con el transcurrir de los meses el Villarreal fue capaz de recuperar la seguridad defensiva a base de un intenso trabajo diario (la gran receta de Marcelino) hasta el punto de llevar de nuevo a la entidad castellonense a los puestos de Champions.
Una recuperación en cifras
En estos dos años el Villarreal ha dado el salto de ser un equipo que veía de cerca los puestos de descenso (era decimotercero, a cinco puntos del descenso) a ser tercero con 26 y estar a tan sólo cinco del líder. A su llegada los amarillos habían encajado 21 tantos en 12 jornadas para ser uno de los equipos más goleados de campeonato. Actualmente, junto al Real Madrid, son los que menos goles reciben de LaLiga con tan sólo 10 tantos encajados.
Son algunos de los datos que ejemplifican la recuperación de un equipo que nada tiene que ver con el que se encontró el técnico asturiano a su llegada. Números que demuestran que, en base a consecución de objetivos, la de Marcelino en Vila-real es una historia de éxito en cada una de sus temporadas al frente del submarino. Por el camino esta temporada se ha convertido en el entrenador con más partidos oficiales en la historia del club tras superar al chileno Pellegrini.
Su contrato expira en verano del 2026 y, como ya contó MARCA, se han iniciado las primeras conversaciones informales para la renovación.
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