
Fueron dos horas mágicas en las que el oviedismo pudo cerrar los ojos y rebobinar el tiempo para recordar a algunos de los más grandes de su historia. Sobre el césped del Carlos Tartiere se juntaron generaciones que abarcaban desde los años 60 hasta el presente. Lució el pichichi Marianín, máximo goleador en Primera en la campaña 1972-73, la dupla legendaria de Carlos Muñoz-Hicks, mitos que brillaron en la elite y volvieron para rescatar al club como Esteban o Michu, los héroes que lucharon por el escudo en los años del barro y los que logaron el regreso al fútbol profesional. El presente no podía estar mejor representado que con Santi Cazorla que compartió césped con todos ellos.
Tuvieron que pasar 30 años para que Nenad Gracan, un fino centrocampista que encandiló al viejo Tartiere en el inicio de los 90, volviese a pisar Oviedo. Se apuntaron otros históricos como Dely Valdés, ‘Tito’ Pompei, Abel Xavier o Franck Rabarivony. Todos acudieron a la llamada de la APARO y Fondo Norte para dibujar una jornada mágica que unió al oviedismo alrededor de sus ídolos.
Esteban que sabe bien lo que es amar el escudo azul explicó por qué era fácil reunir a todas esas estrellas: “No somos un club de grandes títulos, no somos materialistas, pero somos muy sentimentalistas”. Eso hace que muchos sean recordados por su paso por el Carlos Tartiere: “Deli o Tito, son jugadores que han cruzado el charco por venir y que se les recuerda como jugadores de Oviedo. Yo cuando voy por la calle en Madrid o Barcelona siempre dicen: ‘Esteban el del Oviedo’, en Oviedo estuve muchos años, pero jugué en el Atlético de Madrid, Sevilla, Celta o Almería y la gente te recuerda por estar en Oviedo, a ellos les pasa igual”.
Me encontré con los chicos que estuvieron en Tercera y decían que nuestra generación era la importante
Gracan daba sentido a esa afirmación de Esteban: “Nací en Rijeka y jugué allí, es mi casa, pero el Oviedo es igual de importante para mí”. Dely Valdés apeló a la conexión entre equipo y afición: “Este es un equipo que marca. Primero por la gente. Es lo que más recuerdo de aquí, también la ciudad, limpia, muy bonita, espectacular”. Pompei fue un paso más allá: “Oviedo es mi lugar en el mundo”. El argentino, que fue de los más reclamados, también defendió la importancia de los jugadores que lucharon por el equipo en los años del barro: “Me encontré con los chicos que estuvieron en Tercera y decían que nuestra generación era la importante. Yo les dije que no, los verdaderos héroes, los más importantes en la historia del Oviedo son los que estuvieron en Tercera”.
Abel Xavier tampoco dejó pasar la ocasión de lanzar un mensaje de recuerdo a su etapa de oviedista y también un consejo para el futuro: “Este club marca porque está profundamente conectado con su gente. No se puede perder la identidad. El fútbol es cada vez más moderno y más comercial, pero los pilares de este club deben mantenerse. Desde la cantera hasta el primer equipo, todos tienen que entender cómo es el Oviedo por dentro” Y cerró su exposición con una idea clara: “Para triunfar no basta con la calidad técnica o táctica: hace falta corazón y pasión. Eso lo tenía en el pasado y hay que recuperarlo para el presente. El aficionado quiere compromiso en el campo y los jugadores deben comprenderlo para rendir”.
Nací en Rijeka y jugué allí, es mi casa, pero el Oviedo es igual de importante para mí
Cazorla, que fue el más aclamado de todos, pudo compartir terreno de juego con muchos de los futbolistas que fueron sus ídolos y para los que hacía de recogepelotas cuando sólo era un niño de la cantera del Oviedo. También disfrutó y ahora le tocará ponerse el mono de trabajo para ayudar a que el equipo pueda conseguir la permanencia y así festejar los 100 años de vida en la máxima categoría.
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