Hace tiempo que la temporada del Granada se convirtió en una huida hacia delante, sin soluciones efectivas a sus problemas a pesar de los tres entrenadores que han desfilado por el banquillo de Los Cármenes sin que ninguno de ellos haya sido capaz de sacar del caos a los nazaríes.
Tras conseguir el ascenso, Paco López se mantuvo al frente de la nave nazarí, pero los resultados no fueron los esperados y, tras 14 jornadas en las que únicamente cosechó un triunfo, fue destituido, dejando una media de 0,50 puntos por partido, con 19 goles a favor y 33 en contra.
El técnico valenciano fue cesado en el conjunto andaluz a tres puntos de la zona de salvación. Elucubrar sobre el posible rendimiento del equipo si Paco López se hubiese mantenido en el cargo es realizar un ejercicio de fútbol ficción, pero con un conocimiento profundo del a plantilla y un mercado invernal donde habría reforzado la plantilla a su gusto se puede especular con un posible aumento del rendimiento de los nazaríes en el segundo tramo de la competición.
El elegido para tratar de llevar al Granada a una época de estabilidad fue Alexander Medina. El uruguayo, a pesar de los brotes verdes iniciales, no fue capaz de mejorar a su predecesor y tuvo que hacer las maletas firmando unas cifras idénticas a las de Paco López, pero dejando al equipo a 13 puntos de la zona segura, aunque con un partido menos que el resto de sus rivales.
Posteriormente, Sandoval se ha convertido en la tercera incógnita de la ecuación rojiblanca. El de Humanes ha logrado reactivar al equipo, firmando, aunque con una muestra mucho menor que la de sus antecesores en el banquillo nazarí, una media de un punto por jornada. Con estos números, si el madrileño hubiese sido el elegido para sustituir a Paco López, los rojiblancos tendrían ahora 25 puntos, empatados con el Cádiz y con opciones reales de luchar por mantenerse en la máxima categoría hasta el final.
De poco sirven ahora estas cábalas que, como en la reciente serie de una conocida plataforma de streaming, no ofrecen solución alguna con el equipo tratando de digerir el descenso, un desenlace que parece inevitable a pesar de los «tres cuerpos» que han orbitado este año en el banquillo rojiblanco.