
Cristiano Piccini ha dicho basta. Con 32 años el defensa italiano ha decidido retirarse después de haber pasado los últimos años de su carrera tratando de recuperar su mejor nivel tras caer gravemente lesionado en el Valencia. El lateral derecho –aunque jugó sus últimos partidos como central- se despidió en sus redes sociales con una conmovedora carta a su yo de niño en la que le habla orgulloso por los éxitos conseguidos y también recuerda los peores momentos de esta etapa como futbolista profesional.
“No todo fue gloria”, escribe en un momento de su publicación en Instagram. “Estuvo el lado que nunca te contaron. Ese que no aparece en los sueños de un niño. Te romperás. Literalmente. Tu rodilla derecha te hará conocer el infierno. Estarás a un paso de dejarlo todo. Verás compañeros adelantarte, contratos desvanecerse, puertas cerrarse”.
Piccini tuvo un doble paso por la Liga. Primero, en el Betis, al que llegó cedido procedente de la Fiorentina, en 2014. En el equipo verdiblanco dejó muy buenas sensaciones que, unidas al ascenso a Primera, provocaron que acabara fichando por el equipo andaluz, por 1,5 millones. Sin embargo, a mediados de esa primera temporada en Primera, con el Betis, sufrió su primera lesión grave durante un partido contra el Villarreal, en enero de 2016: rotura del ligamento cruzado anterior y desinserción distal del ligamento lateral externo.
Después de recuperarse, jugó otra temporada más (2016-17) a buen nivel en el Betis que le llevó a fichar por el Sporting de Portugal, por 3 millones de euros. De esa etapa recuerda Piccini que el técnico Jorge Jesús le soltó: “Tú no sabes defender, pero yo te voy a enseñar”. El futbolista italiano recordaba este verano en una entrevista en Radio MARCA, que el técnico portugués lo transformó. “Con él fui el mejor defensa de la liga portuguesa”. El Valencia lo fichó en verano de 2018 –la temporada del centenario- por 8 millones de euros. En Mestalla Piccini solo jugó una temporada a su mejor nivel, pero dejó un momento imborrable, con una celebración simbólica que utiliza para ilustrar algunos momentos de su mensaje de despedida. El 22 de diciembre de 2018 marcó gol al Huesca en el tiempo añadido que dio oxígeno a un cuestionado Marcelino, por los resultados del equipo.
Al levantarme, mi rodilla no estaba. Marcelino se tapaba la cara para no verla. Fue traumático
El técnico asturiano acabó la temporada, el equipo ganó la Copa del Rey y se clasificó para la Champions. Pero el 28 de agosto de 2019, Piccini chocó con un compañero en un entrenamiento y se fracturó la rótula de la rodilla derecha: “Al levantarme, mi rodilla no estaba. Marcelino se tapaba la cara para no verla. Fue traumático”, recordaba este verano en Radio MARCA. El futbolista fue evacuado en ambulancia de la ciudad deportiva, ante un dolor insoportable, una escena que dejó conmocionado a todo al vestuario. La lesión de Piccini fue la que provocó que el Valencia fichara, en el último día de mercado, a un jovencísimo Thierry Rendall. Once días después fue despedido Marcelino.
Ahí empezó de verdad el calvario –a veces se usa esta expresión a la ligera, pero en su caso no lo es-. Piccini, que siempre fue un futbolista cuidadoso con el trabajo, la alimentación y puesta a punto física no era capaz de entrenar sin dolor. Al verano siguiente, después de la pandemia, Piccini volvió a jugar algún amistoso ya con Javi Gracia en el banquillo, en 2020. Pero la rodilla no le permitía estar a un nivel óptimo. Cuando no había que sacarle líquido, era un dolor tras algún giro o movimiento.
“Aprenderás que el fútbol no es solo regates y aplausos. También es depresión, soledad, maletas siempre listas. Es ser un número para quien te paga y un símbolo para quien te ama”, escribe Piccini en su despedida, en referencia a esta etapa más oscura de su carrera.
Salió cedido a la Atalanta, pero regresó en diciembre con un dato elocuente. Solo jugó 59 minutos en un partido en el que entró en el minuto 25 y, después no pudo acabarlo.
Tras la lesión, Cristiano Piccini ya solo jugó once partidos con el Valencia –ninguno completo- y salió traspasado al Estrella Roja en enero de 2022. Después pasó por el Magdeburgo (Segunda alemana), Sampdoria (Serie B), Atlético San Luis (México) e Yverdon (Suiza). Durante todos estos años Piccini ha seguido un plan personalizado de entrenamiento para contrarrestar los efectos que dejó su última lesión en la rodilla. Pero este verano, con 32 años, y sin encontrar equipo ni recuperar sus mejores sensaciones, ha decidido colgar las botas y emprender otros caminos vinculados al fútbol, sin descartar un libro de memorias que ha ido escribiendo en los últimos años.
Mensaje de despedida de Cristiano Piccini
Querido Cristiano:
Te escribo desde lejos. Desde un tiempo que tú, ahora, ni siquiera logras imaginar. Te escribo desde vestuarios que huelen a gloria y a lágrimas, desde estadios llenos que te hicieron temblar las piernas y desde habitaciones de hotel donde te sentiste más solo que nunca.
Soy tu yo de hoy. Y tengo tantas cosas que decirte.
¿Recuerdas cuando pateabas contra la pared, en el campito detrás de casa, convencido de que bastaba con soñar fuerte para llegar alto? No tenías nada, salvo un balón y un corazón que latía por el fútbol. No sabías lo difícil que sería. Y, sin embargo, nunca te rendiste. Bien hecho.
Quería decirte que lo lograste.
Te pusiste las camisetas que de niño solo veías por televisión. Viajaste por el mundo. Aprendiste cinco idiomas. Viviste en ciudades que ni siquiera sabías pronunciar. Y sí, cumpliste tu mayor sueño: vestir la camiseta de la Selección.
Pero no todo fue gloria. Estuvo el lado que nunca te contaron. Ese que no aparece en los sueños de un niño.
Te romperás. Literalmente. Tu rodilla derecha te hará conocer el infierno. Estarás a un paso de dejarlo todo. Verás compañeros adelantarte, contratos desvanecerse, puertas cerrarse.
¿Pero sabes qué? Te levantarás. Siempre.
Aprenderás que el fútbol no es solo regates y aplausos. También es depresión, soledad, maletas siempre listas. Es ser un número para quien te paga y un símbolo para quien te ama.
Pero, sobre todo, aprenderás que la vida es mucho más que una carrera. Descubrirás el amor verdadero. Te convertirás en padre de dos niños que te mirarán como tú mirabas a tus ídolos. Y entenderás que el mayor éxito no es un trofeo, sino volver a casa por la noche y sentir que, a pesar de todo, eres su héroe.
Hoy ya no eres el chaval que creía ser invencible. Eres un hombre. Tienes cicatrices, sí. Pero son las que te hacen real. Son las que cuentan tu historia.
Y si puedo decirte una sola cosa, pequeño mío, es esta:
Nunca dejes de creer. Incluso cuando te digan que se acabó. Incluso cuando te sientas perdido.
Porque cada vez que caíste, fue solo para aprender a levantarte más fuerte.
Te quiero. Con orgullo, Cristiano.
English
Français
Español 



