El director deportivo del Sevilla regresaba a uno de esos estadios donde no es bien recibido. El Benito Villamarín le abroncó desde antes del duelo, incluso cuando se bajo del autobús, hasta cuando arengó a los suyos antes de iniciar el calentamiento. Aparecía nuevamente Monchi en escena tras un tiempo algo alejado de la escena pública. Quiso lanzar el mensaje de apoyo a los jugadores y a la propia afición, con poco más de 500 aficionados del Sevilla en la grada. Precisamente a ellos les dedicó el esfuerzo de los jugadores e incluso el empate cuando saltaba al campo después del pito final de Sánchez Martínez. Bronca del graderío y enfado de los trabajadores del Betis. Otro día donde sale entre protestas, gritos e insultos.
No es la primera vez que Monchi aparece en la escena del Benito Villamarín. Ha acompañado a Julen Lopetegui en victorias recientes, incluso quedándose de rodillas sobre el césped pata agradecer siempre a los seguidores del Sevilla el apoyo recibido. En esta ocasión se le vio con el puño en alto y golpeándose el pecho. Cuando ya se dirigía hacia el banquillo, muchos trabajadores del Betis, tanto ayudantes de Pellegrini como gente que trabaja del en el club y estaba a ras de hierba, le afearon ese gesto. No es la primera vez, pero tras un derbi de tanta tensión no gustó nada. Y más aún, que se hiciese con todavía bastantes aficionados béticos en las gradas.
Nuevo capítulo de un Monchi que llevaba tiempo sin aparecer y en la tarde del sábado lanzó un mensaje a los suyos en las redes sociales, para ir encendiendo un poco el ánimo de los suyos. En el autobús, a la salida del hotel de concentración, cuando le esperaba una comitiva de seguidores del Sevilla, ya animó desde dentro golpeando las lunas del mismo y tratando de que la gente levantase el ánimo en un derbi al que los suyos acudían con las orejas gachas. Estuvo más cerca de ganar que de perder, en una historia en territorio bético que suele sonreír a los sevillistas.