El último turno del debut era para Brasil a modo de premonición: el mejor plato siempre se hace esperar hasta el final.
El equipo de Tite se impuso a fuerza de fútbol aún por encima de la exigencia física y venció 2-0 a una Serbia plana, que no tuvo cómo responder al show y que apostó a no perder… y perdió.
La diferencia entre este Brasil y Argentina, Alemania y todos los que fueron con un corsé al debut es que ellos sí lo disfrutaron desde el pitazo: empezaron a los 3 minutos en el intento de gol olímpico de Neymar que estuvo a punto de sorprender al arquero y siguieron en la que tejieron Thiago y Vinicius por la que pedían falta en el área (en cámara lenta todo lo parece, pero el VAR dijo no), la de Thiago en el espectacular taco a Neymar y el centro que no llegó a buen puerto y en la pared de Rapinha con Paquetá que definió mal el del FC Barcelona.
Y en el complemento más de lo mismo: falló en la definición de nuevo Rapinha en el mano -aunque la reacción del arquero fue excepcional-, de nuevo faltaba puntería en el tiro de esquina por falta a Neymar en el borde del área y a los 59 sacudía Alex Sandro con un espectacular remate de media distancia.
Era hora del gol. Y lo fue a los 62 minutos, cuando Vinicius remató en un lujo de pase de Neymar, el portero dejó el rebote y apareció en modo cazador Richarlison para el pase a la red que puso en el marcador lo que pasaba en la cancha: dominio abrumador de los de Tite, pelota, opciones y ambición y una ventaja que parecía corta.
Por eso siguió atacando el favorito, con sendas aproximaciones de Rapinha y Vinicius (¡increíble cómo resolvió una tremenda jugada con un tiro desviado), hasta que vino el gol que estaba debiendo el Mundial de Catar: pase de Vinicius al medio del área que encontró de espaldas al arco a ‘la cacatúa’ y ¿qué hizo? Pues se lanzó en una media chalaca y la clavó al palo, imposible no de atajar sino hasta de ver para el pobre arquero Milinkovic-Savic, que sacó todo lo posible, pero no semejante joya.
Y así Brasil le dio a la Copa Mundo picardía, magia, fútbol como respuesta a tanto concierto de despliegue físico. Es la reivindicación de la raíz en la sonrisa de Richarlison. El Mundial, ahora sí, ha comenzado.