Los árbitros cobran poco

No sé cuanto cobran los árbitros. Sí, sé que es problema mío porque es un dato público. O también podría consultar a los compañeros que se ocupan de estos temas, que al lado tengo muchos y muy buenos. Pero la verdad es que importa poco, porque si no cobran cantidades equiparables a las de Cristiano Ronaldo y Leo Messi (quizá el total de ambos contratos repartido entre todos los árbitros) es que co

bran poco

. Porque lo cierto es que el fútbol profesional español ha pasado de tener como

estandartes

y sostenedores de su día a día a los dos jugadores, a tener al

colectivo arbitral.

Igual piensan que es una

exageración

, pero qué quieren que les diga. Reparen

si en algún partido se habla de cosa distinta a la labor arbitral

, al penalti mal (siempre está algo

mal

) pitado, a la mano incomprensible (*), a la tarjeta inmerecida o la diferencia de criterio, por no hablar de la

designación

: si el colegiado tiene un primo que ‘es’ de un equipo o se le ha visto veranear en un radio de 200 kilómetros de la sede de otro o quién ha diseñado o fabricado el VAR.
El discurso del fútbol, el del juego, el de goleadores, el de defensores, el de tácticas y estrategias está quedando para muchísima gente (**)

en muy segundo lugar

y curiosamente -o no- muchas veces relegado a la información

internacional

.

Sí. Ya sabemos

que de siempre los árbitros han sido muy malos

(sí, es sarcasmo). Que han sido el argumento que

vale para todo,

para que el jugador

tuercebotas

, el directivo

incompetente

o

desahogado

y el aficionado que no encuentra manera de

justificar

las crisis de su equipo puedan desviar la atención. Pero hasta ahora este argumento era un elemento más del debate. Nunca se había llegado, como hasta ahora,

a tal predominio de un elemento sobre todos los demás

.
Quizá se esté llegando al punto de que del elemento

cuantitativo

-las veces que se habla de los árbitros- se pase al

cualitativo

-al significado y alcance de lo que se dice-. Antes, el arbitraje era -con razón o sin ella- una parte del todo.

Ahora es el todo, lo que da sentido a todo lo demás hasta el punto de determinar la realidad

. El gana es -para los demás- gracias al arbitraje. El que no gana es -para sí mismo- por culpa del arbitraje. Todo el fútbol

se ha subido a este carro

. Jugadores, entrenadores, clubes y, por supuesto, parte de la prensa, que también es un elemento del ecosistema.
Y no digas otra cosa porque te tachan de traidor, que

ahora todo el mundo tiene que tener colores

y eso es una cosa que atañe, también, al oficio de informar. Al calor de subirse al carro de la ‘

audiencia

‘ (***) algunos presumen de tener colores -lo que antes estaba mal visto- y quizá para justificarse

se los cuelgan y atribuyen a todos los demás

y por supuesto, a los árbitros. El criterio para hacerlo, al menos, es claro y unívoco: lo que a ellos les parece.

Ya digo: el fútbol español en la actualidad -miren a su alrededor- no se basa en los jugadores. No se basa en el juego. No se basa en los resultados.

Se basa en los árbitros que, según el discurso dominante, lo determinan todo

y son ahora mismo lo más seguido y comentado de todo este entorno y, por tanto,

lo que tiene más difusión de un espectáculo cuyo éxito y rendimiento económico depende de la difusión que tiene.

A veces dar por pensar que si se despide a todos los jugadores y

los onces se completan con personas elegidas al azar

daría lo mismo, porque al final se acabará valorando, sobre todo, al VAR y al colegiado.
Por lo tanto, si yo fuera árbitro mañana mismo iniciaría

una huelga exigiendo que mi remuneración se adecue a la importancia que tengo en el espectáculo

lo que, seguro, es muy superior a lo que actualmente reciben.
Y esta, la de trasladar las cosas al campo económico, sería la única forma d

e llevar a la realidad un debate sobre si las cosas son realmente así

o simplemente estamos asistiendo a un discurso de circunstancias. O sobre qué es realmente el fútbol actual, si es deporte, si es espectáculo, y en qué parte es cada cosa.
Ah. Y no hablamos

del caso Barça-Negreira, que eso es harina de otro costal.

(*) Otro debate es el por qué se establecen conscientemente criterios confusos en el reglamento.
(**) Otro debate es hasta qué punto las redes sociales reflejan la sociedad real.
(***) Otro debate es por qué el periodismo antes iba por delante de la sociedad y ahora por detrás (**) de la audiencia.