Fue una pena. De verdad. Dos equipos tan igualados merecían seguir en carrera en el Mundial Femenino 2023. Pero uno no falló y ese se clasificó. Ha caído la reina, la campeona mundial, la favorita. Habrá relevo en el trono.
Estados Unidos fue muy imprecisos en sus cobros, Suecia en cambio aprovechó cada error, se impuso 5-4 en la definición por penaltis y se clasificó a cuartos de final, dejando en el camino a la potencia mundial. Nunca dejó de creer. Lo mereció, más allá de las lágrimas de Rapinoe que tocan el alma en su último mundial.
Los penaltis fueron un vía crucis. Abría la cuenta Estados Unidos con el buen coro de Sullivan; respondía con un bombazo Rolfo para Suecia; no fallaba Horan con otro cobro al palo derecho; igual de bien cobraba Rubensson y así Mewis en su turno; pero a Suecia se le escapaba la ventaja con el cobro arriba de Scough y era tan afortunada que Rapinoe, la figura, lo tiraba arriba también; faltaba la atajada de Naeher a Bloqvist y Sith, en vez de aprovechar, la tiraba muy arriba; y era una vida más para Suecia y un peso para Bennison que ahora sí anotaba y toda la presión iba al campeón del mundo y a la arquera Naeher, que cobraba impecable. Parecía que los penaltis durarían toda la noche.
Ericson hacía lo suyo y adelantaba a Suecia y ahora se plantaba O’hara la tiraba al palo y el hombre del abrigo a mi lado, que no dijo una palabra en toda la noche, gritaba cosas inentendibles cuando el cobro de Hurting lo atajaba en dos tiempos la arquera norteamericana que se quedó sin entender nada cuando la árbitra usó el reglamento y el gol fue válido. ¡Fiesta amarilla en Melbourne! Adiós al campeón del mundo.
Y antes fue un pulso impresionante, un partidazo que ambas merecieron ganar. Especialmente las norteamericanas.
Se examinaban tanto en el arranque que poco pasaba en los arcos, salvo un intento desviado de Sullivan a los 6 minutos para Estados Unidos, que aguantaba la arremetida de una Suecia amenazante pero imprecisa. A los 18, por fin probó la fuerza de las manos de la portera Musovic con un riflazo que apenas atinó a rechazar. Por esa vía vendrían todos los demás intentos…
Brillante era el intento de gol olímpico de las suecas en el tiro de esquina que la arquera Naeher evacuaba con los puños y mejor la respuesta norteamericana con Rodman, la hija del astro del baloncesto, que volvía a exigir a Musovic con un potente remate cruzado, difícil pero no tan claro como el cabezazo frontal de Horan que se estrellaba en el travesaño. ¡Qué salvada!
Era un partido disputadísimo que Estados Unidos manejaba con paciencia hasta inclinar la cancha y obligar a las disciplinadas pero poco imaginativas suecas a limitarse a rechazar balones en su área, en una noche helada que no animaban ni las tribunas llenas a reventar: nada que ver con las fiestas de los colombianos.
Y el segundo tiempo era esa película repetida de las campeonas mundiales en campo rival y un grito a los 52 minutos: fenomenal fue la atajada de Mosuvic a Horan que festejaron las suecas como un gol, tras el manotazo salvador de su arquera. Hacía tiempo que merecían el gol las estadounidenses, pero la alerta no le llegó a la arquera sueca, que una vez más se jugó su integridad a los 61 en el mano a mano con Smith que por poco abre la cuenta.
El lío es que pasaba el tiempo sin que llegara el gol y eso, además de agotar a las jugadoras de Estados Unidos, alimentaba la ilusión de Suecia, que se sacudía un poco del dominio y, sobre los 70 minutos, ponía en aprietos a la zaga rival y obligaba a Naeher a evitar la caída de su valla.
A diez minutos del final, cuando ya no se calentaban las manos ni en los bolsillo y se iban posando los pájaros en el techo de la tribuna oriental para los penaltis, Suecia se jugaba su carta Jakobsson y Hurting al campo y la primera tenía, a los 84, la opción más clara de su equipo, un remate violento que calentó las manos -¡qué suerte!- de Naeher y no fue gol de milagro.
Hubo que esperara hasta los 88 minutos para contar el primer remate a puerta de Morgan, un cabezazo que obligó a la estirada de la eficiente Mosuvic y una ovación que respondieron hasta los pájaros que volaron en masa al techo del arco sur, un espectáculo divino que en todo caso era una protesta de estos vistosos residentes, con ganas de dormir: imposible conciliar el sueño así, menos con U2 a todo timbal y con 30 minutos más de juego en el AAMI Stadium. El cero no llegó a romperse.
Morgan intentaba primero, a los 95, pero otra vez la portera cerraba bien el palo; hasta los 98 esperaría Estados Unidos para ingresar a Rapinoe; Williams finalizaba un buen contragolpe con un balón cruzado que arañaba la arquera sueca y en el rebote salvaban las zagueras; turno para Smith y otra vez le cerraban bien el palo; aparecían los hinchas suecos con una ola de aplausos no por nada particular sino por volver a sentir las manos en medio del intenso frío; apagaba un incendio la arquera norteamericana a los 115 minutos cuando aparecían dos jugadoras suecas en el cuadro libres de marca y… ¿cómo no trajimos chaqueta con capota?
A los 120 minutos llegaban las cobradoras de los penaltis, Sonnett y Mewis en Estados Unidos y ya la suerte estaría echada: 120 minutos sin hacerse daño y desde los once pasos se decidía la clasificación a los cuartos de final.