El fútbol lleva tiempo emitiendo señales de auxilio ante un calendario cada vez más extenuante. Son muchas las voces que se han alzado contra el vertiginoso ritmo de partidos que soportan los jugadores. Lo que empezaron siendo reflexiones o llamadas de atención han terminado convirtiéndose, de un tiempo a esta parte, en gritos desesperados. «Están mandando a los jugadores al matadero», llegó a decir recientemente el técnico de la Lazio, Maurizio Sarri. No ha sido el único en alzar la voz. «Jugamos demasiados partidos y se materializa a través de lesiones, hay que dar un golpe en la mesa», avisó Tchouaméni. «Hay que pensar en los jugadores, porque si ellos se cansan no hay nada que hacer», apuntó Ancelotti.
No son quejas alarmistas o sin fundamento. Hay jugadores como Rüdiger que acabarán esta semana con ¡16! partidos disputados ya entre su club y la selección en sólo 10 semanas de competición. La pasada temporada, un jugador internacional del Real Madrid tenía por delante la posibilidad de jugar ¡75-76! partidos: 61 con el Madrid entre Supercopa de Europa, Supercopa de España, Liga, Champions, Mundial de clubes y Copa; y otros 13-14 con la selección, entre Nations League, Mundial, clasificación para la Eurocopa y amistosos. Es lo que ocurrió con Tchouaméni y Camavinga, cuyo calendario fue de ¡74! compromisos de 75 (sólo les faltó la final de Champions en su calendario). Luego jugaron lo que jugaron, pero los compromisos superaban los 70 duelos.
Más partidos y menos recuperación
Esta temporada, pues más de los mismo. Se vuelven a repetir los casos de jugadores con calendarios que rondan los 80 partidos. El City, a sus cuatro torneos nacionales, añade esta temporada tres internacionales para un total de ¡7! competiciones. Aparte, sus internacionales podrían jugar un buen puñado de encuentros más. Por si fuera poco, ahora los partidos son de más de 100 minutos casi por norma general y nos hemos acostumbrado a ver a equipos que jueguen dos partidos en un margen de menos de 72 horas.
¿Consecuencias? En el último mes de septiembre, coincidiendo con el primer arreón del calendario, hubo 80 lesiones entre los 20 equipos de Primera, 122 si contamos también lo que va de octubre (42). Y es una tendencia, porque en septiembre de 2022 fueron 94 las lesiones. Hemos visto al Atlético afrontar un partido con sólo 12 jugadores de la primera plantilla disponibles o al Barça ahora preocupado porque tiene ocho jugadores lesionados. Unas cifras que han acusado otros muchos equipos, como Las Palmas, Girona, Sevilla, Valencia, Madrid… Estas crisis lesionales serán cada vez más frecuentes en un calendario que no da tregua. Más partidos, más tiempo en el campo, menos recuperación y más lesiones.
Se ha convertido ya en un clásico la noticia del aumento de la tasa de lesiones que se están produciendo en el fútbol como consecuencia del número de partidos que los jugadores se ven obligados a disputar a lo largo de una temporada. Lo que en muchos medios comenzó siendo noticia de portada va, poco a poco, diluyendo su interés periodístico.
La salud de los jugadores está en peligro
Sin embargo, la realidad es tozuda y los datos demuestran que la salud de los jugadores está hoy en peligro. Llevamos sólo dos meses de competición oficial y las lesiones en los equipos de Primera ya enfilan el listón de las 200 (166). En octubre, también sacudido por la catarata de partidos y competiciones tras el primer arreón, ya son 42.
Estamos viendo como las listas de convocados de algunos equipos se quedan ‘tiritando’. Se producen tantos contratiempos físicos que la situación reúne todos los criterios médicos para calificarla de epidemia. Hay jugadores en equipos que disputan competiciones europeas y que son internacionales que acabarán esta semana con dieciséis partidos disputados entre su club y su selección en sólo 10 semanas de competición. Jugadores, por tanto, que ya a estas alturas de temporada están compitiendo al límite físico y bajo riesgo de lesión por la cantidad de minutos acumulados y disputados sin el descanso adecuado.
La competición manda
No existe ningún método conocido hoy que pueda poner a salvo la salud de un jugador con estos calendarios a disputar por delante. Me temo que todos estos datos, que evidencian de manera clara que la salud de los jugadores está en riesgo, acabarán en la papelera de la trepidante competición. Esta misma competición es la que manda y los puntos y objetivos a conseguir supeditan, hoy por hoy, cualquier consideración que podamos hacer, incluida la preservación de la salud de los jugadores. ¿Estamos predicando en el desierto? Se necesitan soluciones y propuestas.