
Tras consumar el regreso a Primera, el proyecto del Granada parecía impulsarse hacia una nueva etapa, pero desde entonces una sucesión de imprevistos y dificultades han convertido a Paco López en un superviviente, obligado a buscar soluciones de emergencia a los problemas que golpeaban en su puerta.
Después de la resaca del ascenso, el verano en el club andaluz, envuelto en rumores de venta, no fue idílico y el mercado se cerró de forma decepcionante, con carencias en varias demarcaciones, que con el paso de las jornadas se han hecho más evidentes, y con la permanencia en la plantilla de jugadores que no entraban en los planes del técnico.
Como contramedida a una planificación deficitaria, Paco López trató de iniciar el curso recurriendo a Samu Omorodion como un as en la manga. La carta de presentación del delantero en la máxima categoría fue sobresaliente, una oportunidad que el Atlético no dejó escapar para hacerse con los servicios del melillense a cambio de seis millones de euros, dejando a los granadinos sin una de sus joyas.
Huérfanos del talento de Samu, los resultados no acompañaban y los problemas se multiplicaban en forma de lesión, con las bajas concentradas en el centro de la zaga. Vallejo, que apenas ha podido disputar un encuentro completo, Torrente y Rubio iban cayendo con el paso de las jornadas, dejando la defensa desguarnecida.
Un problema en defensa
A pesar de sumar una única victoria y con un problema de solidez defensiva preocupante, el equipo ha seguido creciendo, dejando buenas sensaciones en varios encuentros, brotes verdes que siempre han quedado sepultados por errores que les han costado a los rojiblancos una gran cantidad de puntos.
Entre las penurias de la Liga, la Copa aparecía como una vía de escape, pero el caramelo resultó estar envenenado tras la alineación indebida que apeaba a los nazaríes de la competición copera, sumando un sinsabor más a la larga lista.
Aunque ya son diez jornadas sin ganar, Paco López sigue contando con la confianza del club y el respaldo absoluto por parte de los jugadores, una combinación que añade más tiempo para que el entrenador pueda reconducir la situación, aunque los resultados, si no mejoran, terminarán por dictar sentencia, como él mismo ha reconocido.