Óliver prepara su adiós cuando más imprescindible se ha vuelto

El fútbol da muchas vueltas y en la trayectoria de Óliver Torres en el Sevilla más todavía. Ya roza con los dedos los 200 partidos (196) con la elástica nervionense, siendo uno de los principales y más longevos referentes de esa regeneración de 2019 que ha llevado a las vitrinas del Sánchez-Pizjuán dos nuevas Europa League, ha conseguido hasta cuatro clasificaciones para la Champions y la mayor puntuación en la historia de la entidad en Liga. Casi nada. Firmó por cinco temporadas y fue una petición expresa de Julen Lopetegui. Nunca ha gozado del protagonismo de sentirse indiscutible en el Sevilla. El jugador número 12. Acumulando muchos partidos y minutos, tapando agujeros siempre, dispuesto a jugar donde hiciese falta. Sin embargo, le ha faltado ese entrenador que dijese: ‘aquí juegan Óliver y diez más’. Sólo en las dos últimas temporadas, precisamente las más convulsas en Nervión, ha encontrado jefes que le han dado el peto entre los titulares (Sampaoli, Mendilibar, Quique…). Siendo parte de un plan, aunque nunca del plan completo. Pese a todo esto, el extremeño atraviesa uno de sus mejores momentos de forma individual con el Sevilla. Ha encontrado su sitio con el técnico madrileño. Lástima que sea justo cuando vive sus últimos meses como sevillista.

Porque el contrato de Óliver expira en junio. A sus 29 años está en disposición de firmar un contrato igual o mejor del que recibe en Nervión, ya que como agente libre podrá demandar cantidades mayores. Nunca se ha cerrado la puerta a nuevos horizontes, por cómodo que se encuentre en la capital de Andalucía. Sólo se replantearía su adiós en el caso de que el club le hiciese una oferta parecida a lo que ya percibe, algo inviable (por cuestiones económicas) y que ni siquiera se ha discutido en el seno del Sevilla. Dentro de la reconstrucción que proseguirá el próximo verano no encajan contratos importantes para jugadores con un grado de veteranía. Se revisarán los que entren en último año de contrato y estén en edad de conseguirse una buena plusvalía. Ya está. Jugadores como Óliver Torres y Erik Lamela tienen la puerta abierta.

Esto no le extraña al centrocampista, quien tuvo ofertas en enero pero decidió que no era el momento de marcharse, con el equipo en una situación extrema. Al estilo de Suso. En verano deberá decidir cuál es el siguiente paso en su carrera. Mientras, seguirá jugando para el Sevilla, justo ahora que el sistema de juego le viene como anillo al dedo para sus cualidades, pudiendo jugar a dos toques, dando salida rápida y con dos delanteros que siempre ofrecen una vía de pase para el futbolista talentoso en esta suerte. Y Óliver lo es. Además, se le reclama trabajo para cerrar espacios por dentro y ayudar al carrilero de su costado cuando le intenten hacer un dos contra uno. Pocos con tanto sacrificio como el número 21.

Y eso que ha remontado situaciones difíciles. Como el quedarse fuera de la lista de la Champions del pasado curso, para terminar siendo titular en los dos partidos de semifinales y en la final de Budapest, siendo la temporada, de largo, con más participación, con 44 partidos y 2.985 minutos. Ha sabido salir indemne de situaciones complicadas, como no jugar un solo minuto en la fase final de la sexta Europa League en Alemania. Hombre de club y jugador de equipo. Se le va acabando su aventura por el Sánchez-Pizjuán, el club donde más tiempo ha permanecido, más partidos ha disputado y más títulos ha conseguido (junto al Atlético). Once partidos para decir adiós.