A falta de dos semanas para saber si el Mallorca volverá a reinar en la Copa del Rey veintiún años después, el equipo de Javier Aguirre tiene una virtud muy importante: la amplitud de plantilla. Prácticamente, cuenta con dos futbolistas muy competitivos por puesto sin que se note en exceso su ausencia, salvo los dos baluartes de este equipo: Antonio Raíllo y Vedat Muriqi.
Javier Aguirre ha conseguido tener a veinte jugadores enchufados que pueden rendir en cualquier momento y ante cualquier circunstancia. Y no es un detalle menor, porque el Vasco tiene múltiples variantes que pueden sorprender a su rival, como en la final de La Cartuja al Txingurri Valverde. De hecho, futbolistas que han tenido un papel residual en liga se han convertido en héroes en el campeonato del K.O. como el portero Dominik Greif.
Con este abanico de opciones y de movimientos, al Mallorca le conviene que la final ante el Athletic se haga muy larga. Como pasó en las semifinales de la Copa del Rey ante la Real Sociedad, Aguirre trazó un plan que se ejecutó a las mil maravillas. Quiso que el partido se hiciera muy duro físicamente y con el nivel de los jugadores que saltaron al terreno de juego mantuvo un nivel que el rival no fue capaz de igualar. Y esa es la idea en la final de dentro de dos semanas.
En una semana el Mallorca juega en liga ante el Valencia en Mestalla. Los bermellones mantienen una distancia considerable con el descenso, ocho puntos, y están en disposición de rotar, aunque su once puede amagar sorpresas ante el Athletic. Javier Aguirre empezará su particular partida de póker, aunque esta vez no podrá tirarse ningún farol porque tiene buenas cartas.
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