El primero de mayo de 2014 se anotó uno de los goles más celebrados en la historia reciente del Sevilla. Stephane Mbia mandaba a la red un saque de banda peinado por Fazio dentro del área en el alargue de las semifinales frente al Valencia en Mestalla. Era el 3-1 que, con el valor doble de los goles fuera de casa de entonces, hacía valer el 2-0 del Sánchez-Pizjuán. Una clasificación que minutos antes parecía imposible por el repaso que le había dado el Valencia al Sevilla. Un gol que cambiaría (como en su momento el de Puerta) nuevamente la historia del conjunto de Nervión y de su entrenador por aquel entonces, Unai Emery, al que se le achacaba que no era capaz de rendir en eliminatorias. Desde entonces acumula cuatro Europa League (tres con el Sevilla y una con el Villarreal) y ahora está en las semifinales de la Conference con el Aston Villa. Aquel cabezazo de Mbia le cambió la vida.
Es inolvidable la imagen de Emery corriendo por el césped de Mestalla con los brazos en alto, con resbalón incluido, justamente en el estadio donde había conseguido grandes éxitos en Liga con su Valencia. Sabía que estaba haciendo historia con un equipo que había comenzando a competir el primero de agosto en la primera ronda previa de la Europa League, tras entrar en la competición como noveno por las sanciones a Málaga y Rayo. Una carambola que aprovechó como nadie. También es recordado el silencio sepulcral que se vivió en el coliseo valencianista con ese gol del Sevilla cuando ya se cantaba en la grada que el viaje a Turín (donde esperaba el Benfica en la final) se hacia realidad. Un golpe del destino que pudo con aquel proyecto al que había llegado Pizzi como entrenador.
Mbia sigue compitiendo pese a sus problemas en las rodillas, que ya le hacían la faena como sevillista. A sus 37 años juega desde febrero en La Berrichonne de Châteauroux, un equipo que milita en el Championnat National, la Tercera División francesa. Quiere seguir en activo. Cada vez que puede, el camerunés echa la vista atrás y recuerda su paso por el Sevilla, donde se llevó dos de las tres Europa League conquistadas de forma consecutiva (2014, 2015 y 2016), con Unai Emery siempre en el banquillo. El técnico alcanzó también dos finales de la Copa del Rey, aunque el Barcelona de Messi le arrebató la gloria.
Entre los aficionados del Sevilla también se recuerda la narración del partido y los comentarios por parte de David Albelda, quien se cogería un tremendo enfado por el gol final del Sevilla: «¡Qué injusto!». Un momento recordado por siempre por los andaluces (ya hace diez años de aquel partido), mientras que se ha olvidado por parte de los locales. Aquello llevó incluso a la enemistad de ambas aficiones, algo que ya se ha olvidado en el sentido de unirse siempre contra los grandes del fútbol nacional. El gol de Mabia se hace mayor. Un día para la historia en blanco y rojo.