Sadiq llega corriendo a la ciudad deportiva para subirse a tiempo al autobús del Valencia

Umar Sadiq no deja de sorprender dentro y fuera del terreno de juego, desde que llegó cedido al Valencia en el mercado de invierno, procedente de la Real Sociedad. El delantero nigeriano ha protagonizado este martes una escena nada habitual al aparecer a la carrera en la ciudad deportiva de Paterna y así llegar a tiempo para subirse al autobús del equipo que partía poco después al aeropuerto.

En el parking exterior de la ciudad deportiva, para el público en general, el ambiente era el de cualquier tarde de un día laborable, con idas y venidas de coches que van dejando a niños para los entrenamientos de los equipos de la escuela. Pero esta tarde coincidía que los jugadores convocados para el partido contra el Alavés estaban citados para que el autocar del equipo los llevara hasta el aeropuerto. De pronto, algunas voces infantiles gritan “¿es Sadiq?” a una silueta que viene corriendo desde lejos, con bermuda oscura y camiseta blanca. En cuanto confirmaron que era el delantero del Valencia empezaron los gritos: “¡Sadiiiiq, Sadiiiiq!”. El autocar del equipo ya estaba preparado junto al edificio principal de la ciudad deportiva, mientras terminaban de cargar material y subir futbolistas. Sadiq corría con la mochila personal a la espalda, una sudadera en los brazos y una enorme sonrisa en la boca. Y le sobra buen humor para saludar a un niño que le ofrece la mano.

Sadiq pagó la novatada de no saber que el parque tecnológico de Paterna, donde está la ciudad deportiva, sufre un tapón todos los días a partir de las cinco de la tarde, al coincidir con el horario de salida de los trabajadores y recogida de escolares y universitarios de centros educativos cercanos. En una carretera de doble sentido, con varias rotondas e incorporaciones de otras calles en las que abundan naves y oficinas, el tráfico prácticamente se para. Y ahí fue donde se vio Sadiq, a pocos metros de la ciudad deportiva, pero con el riesgo de aparecer tarde. Por eso, y gracias a que otra persona conducía su coche, pudo bajarse del vehículo y recorrer los últimos metros a la carrera y llegar justo antes de las 17:30 horas, como había ordenado Corberán. 

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