
Juegan mucho. Más de lo admisible. El negocio por encima del deporte, capítulo dos millones, está matando el espectáculo y en eso coinciden desde Klopp y Guardiola hasta los técnicos del fútbol local. Se revientan.
La diferencia es que el fútbol está cambiando, que ahora son los Mbappé, los Messi los que deciden cómo, cuándo y cuánto facturar, que ya no temen a ser excluidos porque han entendido que el negocio son ellos. Y eso empieza a notarse en iniciativas como la que se estaría generando contra el nuevo formato del Mundial de Clubes, la última gran idea de la FIFA, que tendrá ahora 32 equipos y está previsto entre el 15 de junio y el 13 de julio en Estados Unidos.
A los jugadores nos les suena porque se atraviesa en sus ya cortos periodos de vacaciones y porque, evidentemente, satura el calendario, tal como denunciaron Fifpro (sindicato internacional de jugadores) y World Leagues (organización de liga mundiales).
Según reveló The Times, ambas asociaciones enviaron una carta a la FIFA en la que piden que se reprograme el nuevo torneo ante la necesidad de un calendario más sensato.
“Si la FIFA se niega a comprometerse formalmente a resolver los problemas. En su próximo consejo (se celebrará el próximo 17 de mayo en Bangkok-Tailandia), nos veremos obligados a asesorar a nuestros miembros sobre las opciones disponibles para ellos, tanto individual como colectivamente, para salvaguardar proactivamente sus intereses. Estas opciones incluyen acciones legales contra la FIFA, para las cuales ahora hemos encargado el asesoramiento de expertos externos», amenazaron los representantes de los jugadores.
«La FIFA ha tomado continua y consistentemente decisiones unilaterales que benefician a sus propias competiciones e intereses comerciales, al tiempo que afectan negativamente a las ligas y a los jugadores nacionales. Durante un período significativo, la FIFA ha ignorado los repetidos intentos de ligas y sindicatos de abordar esta cuestión», añadió.
«Como resultado de la reciente estrategia de la FIFA de ampliar sus propias competiciones, el calendario ya está más allá de la saturación, hasta el punto de que las ligas nacionales no pueden organizar adecuadamente sus competiciones, lo que genera daños económicos, mientras que los jugadores son empujados más allá de sus límites, con importantes riesgos de lesiones e impactos en su bienestar y derechos fundamentales. Si la FIFA amplía sus propias competiciones, le corresponde adaptarse en consecuencia. Imponer la carga de la adaptación a las ligas y jugadores nacionales es inherentemente abusivo”, sentenció.