El enfado en el vestuario del Betis tras el derbi de ayer en el Ramón Sánchez-Pizjuán era mayúsculo. A nadie le gusta perder un partido de máxima rivalidad local y menos aún por un penalti más que discutible que el colegiado, de manera absolutamente incomprensible, no quiso ir a revisar al monitor a pie de campo, dándole a los futbolistas unas explicaciones gestuales que nada tienen que ver con la realidad. Pero más allá de esa acción que decantó el marcador final, los verdiblancos tendrán que reflexionar y hacer autocrítica después de una semana para olvidar.
Las rotaciones masivas del jueves para evitar una excesiva carga de minutos a varios futbolistas, pensando en el derbi, tuvieron como consecuencia una derrota en la visita a Varsovia para arrancar con mal pie la fase de liga de la Conference League. Se evidenció que la diferencia de nivel entre la llamada unidad A y la B es notable, una vez más. Y para colmo, ese descanso a los titulares no se vio reflejado sobre el césped en el derbi, donde los de Pellegrini no fueron protagonistas prácticamente nunca y perdieron infinidad de duelos individuales ante un rival más intenso y conectado al partido.
Una producción ofensiva similar a la del Bernabéu
Cierto es que los verdiblancos gozaron, en la primera parte, de varias oportunidades de gol para haberse puesto por delante en el marcador, en especial dos de Vitor Roque, que sigue negado, desbaratadas por Nyland, y una de Lo Celso, con un golpeo con la zurda desde la frontal que cogió demasiada rosca. Pero también lo es que la visita a Nervión fue, sólo por detrás del partido en el Santiago Bernabéu, el encuentro con menor producción ofensiva del Betis en todo lo que va de temporada.
El Betis sólo disparó 11 veces, tres de ellas entre los tres palos. En Chamartín, con el mismo número de intentos, sólo precisó dos de sus golpeos a portería. Ni en Vitoria ni en Las Palmas, con más llegadas y diferentes sensaciones, el Betis se había mostrado tan inoperante en ataque en sus partidos lejos del Benito Villamarín (en Heliópolis la media es de más de 17 disparos por partido y casi siete de ellos entre los tres palos). Una desconexión ofensiva preocupante cuyas causas deberá analizar a fondo el cuerpo técnico.
Lo Celso, jugador clave hasta el regreso de Isco, sólo se dejó ver en acciones puntuales durante la primera parte y desapareció en la segunda. Abde apenas pudo crear peligro por su banda. Fornals parece estar esta temporada lejos de su mejor versión. El doble pivote, donde venía jugando habitualmente Altimira, que ayer ni siquiera tuvo minutos, echa en falta más creación y que tanto Marc Roca como Johnny Cardoso vuelvan a su nivel. Y la efectividad de Vitor Roque en el remate empieza a ser más que urgente.
Tampoco los cambios sirvieron para mucho porque a Bakambu todavía le falta para encontrar la chispa y la velocidad necesarias tras medio año en el dique seco y el Chimy Ávila no funciona en ninguna de las bandas ni aporta lo exigido salvo carácter (vio una amarilla nada más salir). Sólo Aitor Ruibal, siempre cumplidor, ofreció algo diferente con su energía, demostrando una vez más que, a día de hoy, debería tener un sitio en el once. En el banquillo se quedaron Losada y Diao, que apenas están gozando de oportunidades con cuentagotas en este arranque de curso.
Un calendario que se complica
Ricardo Rodríguez, titular por delante de Perraud, sufrió con Lukébakio y no aportó absolutamente nada en ataque, aunque pareció empezar a recuperar el tono físico que se le presupone. Sólo Bellerín, que esta vez se asomó menos arriba por la derecha, y los centrales Diego Llorente y Natan, siempre firmes, mantuvieron el nivel exigible para intentar ganar un partido de este tipo. Un Betis desconocido, sin ideas, que sólo se hizo con la pelota cuando su rival jugaba con uno menos y que nunca mostró su teórica superioridad.
Fue el noveno derbi liguero para Pellegrini, que sigue sin ganarle al Sevilla como técnico verdiblanco en la competición doméstica después de cuatro años (cuatro derrotas y cinco empates). Un dato preocupante para un equipo cuyo calendario se pone cuesta arriba después del parón, con la visita a El Sadar de la próxima semana, un estadio siempre complicado, el partido clave ante el Copenhague en la Conference, la visita del Atlético al Villamarín apenas tres días después y la salida a San Mamés. Urge una reflexión interna autocrítica y soluciones… más allá de la evidente polémica arbitral del derbi.