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La semana comenzó con la visita de una representación del Real Madrid al afamado CTA, con sede en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. El lugar no puede ser más estratégico. Llevamos unos años sabiendo que ahora se pita desde allí cada partido. Antes, el árbitro tenía que estar lo más cerca posible del juego para tomar las decisiones correctas. Hoy no le hace falta. Ya lo siguen por televisión desde una habitación en Las Rozas. La gran parte de la justicia la toman en la sala VOR y no el árbitro de campo, víctima del propio sistema. El que iba a arreglar el fútbol y hacerlo más justo. Nacía la ‘Liga de la Justicia’.
Desde Las Rozas, como ‘bien’ pone en el nuevo reglamento, llamaron a Munuera Montero en Pamplona. Hubo pisotón. En este caso, de Camavinga a Budimir, y no hay más que hablar. Está escrito y no hay interpretación alguna posible. Que la jugada ya había acabado, igual da. Que el balón ya había pegado en la valla publicitaria, ¿y qué? Hoy es penalti. Como algunas manos que castigan por el hecho de tenerlas y no meterlas en el bolsillo, no sea que ocupen un espacio en el que no se puede ni aparcar. En el fútbol de siempre no se habrían pitado jamás, pero es que ese ya no existe. Hay que aceptarlo. Bienvenidos al juego más bonito y justo del mundo.
Esta jornada, el Madrid, el Alavés y la Real Sociedad, por ejemplo, se sintieron maltratados y lo expresaron. En el club blanco, directamente, han declarado una guerra que no le conviene. Puede resultar peligroso ser Vinicius o Bellingham porque, además, tienes antecedentes. ¿Habrían llamado desde el VAR si el penalti de Moncayola se lo hacen a Mbappé o Rodrygo? ¿Y expulsado a otro que no fuera Jude por mucho que ahora todos seamos bilingües?
Algo está claro. No sólo se quejan dos, lo hacen todos o casi todos (el Rayo dio una lección después del lío de Montjuïc). Es algo que lleva pasando toda la vida. Es más viejo que el propio fútbol, antes del nacimiento del VAR. El culpable de los malos resultados era el del silbato. Él y solo él. Por sus propias decisiones y las que tomaba por recomendación de los líneas. Hoy, es verdad, algo ha cambiado. Ya no manda el del pito, sino el del VAR, desde donde dirigen al matadero al colegiado cuando sufre la llamada del ahorro.
El VAR llegó para arreglar el fútbol y lo ha embarrado aún más. El remedio ha sido peor que la enfermedad. Antes, era porque el árbitro no lo veía o no quería verlo. Ahora, lo ve todo. Lo que le ponen. Lo que quieren desde Las Rozas, claro.