Este semana se han cumplido 40 años de la tragedia de Heysel. Ya saben: una banda de energúmenos, en este caso ingleses, entendieron la defensa de sus colores como la necesidad de matar a decenas de personas (sí, bueno, la sentencia dijo que fue involuntario pues al fin y al cabo ellos sólo pegaron y las víctimas, algún niño entre ellos, murieron desgraciadamente al intentar huir) y causar cientos de heridos. El partido que se jugaba se disputó, y con cadáveres a la vista. Había que apaciguar a los energúmenos por si la liaban de nuevo.
Luego sí: consecuencias hubo. Se reformaron los estadios, se puso coto a los más violentos y empezaron a no ser tan bien vistos esos ‘ultras’ cuyo ejemplo fue acogido en España con la simpatía que se tenía entonces por todo aquello que se entendía como ‘modernidad’. Porque si eso venía de Europa, tenía que ser moderno. Todos nuestros clubes tuvieron ultras, y algunos siguen donde estaban. Y no haciendo todo lo que hacían porque no les dejan aunque sigan contando una llamativa manga ancha en ocasiones.
Viene esto a cuento por lo que dijo Antonio Machado de los polvos y los lodos. Todas las cosas tiene un origen y cuando se habla de ‘odio al fútbol moderno’ es que se siente nostalgia por el ‘fútbol antiguo’ y ese fue el que dio origen a Heysel, a sus muertos y a los que cayeron en otros lugares a causa de esa concepción del fútbol.
Este fin de semana hemos visto la final de la Liga de Campeones y la que han armado los seguidores del PSG. No se diferencian de aquellos del Liverpool más que en que no estaban en el campo porque si hubieran estado allí en las condiciones y circunstancias de entonces, a saber. Comparten la identificación con los colores. Comparten la creencia de que esos colores los convierten en guerreros capaces de cualquier cosa y legitimados para ello por esos colores. Comparten la ‘pasión‘ que es el la base del negocio del fútbol. Comparten, quizá en muchos casos, la visión del fútbol, de sus colores, como salida a sus frustraciones personales, ganando con ellos lo que no pueden ganar de otro modo. Y eso es universal porque como nunca falta quien diga que este comportamiento tiene un carácter ‘racial’, recordemos que aquellos del Liverpool, aquellos tifosi de los 80, nuestros ultras hispanos, eran todos de orgullosa raza europea, que apañaos vamos si la ‘raza europea’ la representan estos o sus ya casi nietos espirituales de hoy.
El caso es que la historia nos explica el presente y nos da pistas sobre el futuro, y si no se toman medidas cuando presenciamos sucesos así, no es descartable que algún día nos podamos encontrar con otro Heysel, dentro o fuera del campo. Tras Heysel los clubes ingleses, porque llovía sobre mojado, fueron varios años expulsados de las competiciones las cosas fueron diferentes. El propio fútbol inglés se aplicó a reformarse tragándose su orgullo de ‘fundadores’. Es poco probable que ahora el PSG reciba un ‘toque’. Y a saber si harán algo ellos por ‘reformarse’. La verdad es que recursos tienen para hacer algo…
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