El 10 de enero de 1993, Maradona, sevillista en ese momento, jugó contra el Barcelona en el Pizjuán. Fue el único partido liguero que disputó el futbolista de todos los tiempos contra el equipo con el que se bautizó en España. El choque venía precedido de trifulcas verbales, algo habitual en el fútbol de aquellos calendarios.
El partido incitaba al recuerdo. El Maradona azulgrana llegó al Camp Nou en 1982 cuando estaba en la plataforma de lanzamiento hacia un planeta distinto. El Maradona sevillista ya había buceado por todo en las costuras de la vida. Sevilla era una nueva etapa, otra chincheta en un mapa de aventuras que ya no pararía nunca.
Maradona jugó el Sevilla-Barcelona de 1993.
Una semana antes de la cita en el Pizjuán, el Sevilla, al que entrenaba Carlos Bilardo, guardián del fútbol más aparrillado, había perdido en Tenerife ante el equipo de Jorge Valdano, una cita que se vendió como una inevitable guerra de civilizaciones. El Tenerife venció por 3-0, Maradona fue expulsado por dos amarillas y se acusó a Simeone, sevillista, de haber provocado un altercado en la banda con miembros de la Policía.
Lucha de estilos: Bilardo, Valdano, Cruyff…
A ese Sevilla guerrillero y herido le aguardaba el Barcelona de Johan Cruyff. Maradona, a pesar de su expulsión, podría jugar porque dos amarillas no significaban una sanción automática si no eran por juego violento. Todo olía a otra batalla de estilos, el fútbol artístico de Cruyff contra el pasional de Bilardo. El Sevilla marchaba en octava posición mientras el Barça era segundo detrás del Depor.
Desde ambas aceras se propagó un combate de sílabas que inflamó los ánimos. El Sevilla comandaba la lista de equipos tarjeteados, chicha para los ataques de los rivales. El azulgrana Begiristain acusó al Sevilla de practicar «un juego muy duro y marrullero, si el marcador les es favorable se dedican a perder tiempo». Sus palabras iban a ser aprovechadas para la ceremonia de apertura de líos.
Portada de MARCA con la entrevista a Maradona.
Con esas palabras en el ambiente, Maradona, en una entrevista en MARCA con José Manuel García, apretó el botón de la cruzada de mensajes. El argentino fue rotundo: «Si los jugadores del Barcelona tienen miedo, que no vengan porque en lugar de perder 2-0 lo van a hacer por 5». Sobre Begiristain expresó que «él no iba en avión cuando yo ya había vuelto de un viaje en el Discovery».
La huevada sevillista
Otro futbolista derivó el partido hacia la tienda de comestibles. Diego, zaguero rocoso del Sevilla, coció más el ambiente con su receta culinaria: «A los futbolistas del Barcelona les faltan huevos en los partidos importantes».
La respuesta culé llegó en avalancha. Para Begiristain «nunca hemos tenido miedo. Quien más habla es quien más miedo tiene». Juan Carlos creía que las declaraciones sevillistas eran «lamentables, sólo sirven para incitar a la violencia».
Guardiola y Maradona persiguen un balón.
Laudrup aclaraba que el fútbol «es cuestión de muchas cosas además de huevos». Bakero se mostraba contento conque «Maradona pueda jugar, todos le hemos tratado con respeto, pero tiene algunas cosas hacia el fútbol español que no son correctas. Por tonterías no se pueden hacer montañas».
A los futbolistas del Barça les faltan huevos en los partidos importantes
Maradona no se calló cuando se acercaba el encuentro y esperaba «un partido lindo cargado de muchas estupideces que se han dicho toda la semana sobre la marrullería de los equipos de Bilardo». Simeone cogió turno para decir que «a veces parece que se busca la polémica con el Sevilla para salir en la Prensa». Cruyff no participó en la barbacoa: «Ni me calienta ni me enfría, todo esto no me importa lo más mínimo».
Un resultado inesperado
En ese cocedero ambiental llegó el domingo y el Pizjuán, que no se llenó porque también tenían que pagar los socios, contempló un espectáculo que se quedó a medias.
Por el Sevilla jugaron: Unzué; Diego, Prieto, Martagón, Jiménez; Rafa Paz, Marcos (Bango), Simeone, Conte; Maradona y Suker (Monchu).
Por parte azulgrana: Zubizarreta; Ferrer, Nadal, Koeman, Juan Carlos; Guardiola, Eusebio, Bakero, Beguiristain (Goiko); Laudrup (Julio Salinas) y Stoichkov.
El cinturón de Bilardo acogotó al grupo de Cruyff. A pesar de que en el campo coincidían Maradona, Suker, Simeone, Laudrup, Stoichkov o Koeman el partido terminó sin goles, un resultado que agradaba más a los locales.
Crónica del Sevilla-Barça.
Maradona y Stoichkov, que se declaraban grandes amigos, se intercambiaron las camisetas. Los pronósticos sobre un partido volcánico no acertaron. El 0-0 congeló el ambiente. El árbitro Bello Blanco sólo necesitó amonestar a Koeman, Prieto, Bakero y Martagón.
El triángulo de la muerte
Tras esa polémica encogida que no había aparecido en el césped, Maradona ponía titular al choque: «Ha sido un partido limpio, entre caballeros. Estuve sometido a un triángulo de la muerte entre Koeman, Ferrer y Juan Carlos. El Barça del primer tiempo me recordó al Milan de Sacchi». Stoichkov hacía autocrítica: «No he jugado bien, he tenido buen marcador en Martagón».
En la segunda vuelta el Barça venció 2-1 a un Sevilla en el que Maradona, en posición de cambio de domicilio, no compareció. Una semana después, ante el Burgos, el argentino disputaría sus últimos minutos con la camiseta del Sevilla.
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