
España es campeón mundial Sub-17, Sub-20 y ahora de mayores. ¡Saludos a la nueva reina! Un equipo sin fisuras, una generación de presente y de futuro y un sello de calidad total son la carta de identificación de un equipo que jugó una final a la altura de su rival, Inglaterra, y que se impuso porque, de punta a punta, fue mejor.
El nuevo campeón mundial se presentó a la cita con un rótulo de favorito que, a diferencia de otros, no le pesó sino que lo motivó y, aunque tuvo tropiezos, los usó a favor de su causa para levantar el trofeo que, con la reina Leticia de por medio, ahora reposa junto a los de las categorías juveniles.
España ganó porque supo hacer un daño y de inmediato, sin perder tiempo en celebraciones, se fue encima para dar el segundo golpe. A fuerza de intensidad, rompió en velocidad, copó mejor el ancho de la cancha y desde el pitazo dio un dolor de cabeza en forma de flecha: Salma Paralluelo. Colombia, en aquellos cuartos de final, aflojó y por eso perdió. Lección aprendida.
La suplente de oro ahora fue titular pero con un detalle que nunca descifró Inglaterra: a su espalda, rompiendo siempre con pases profundos y descuelgues sorpresivos estaban Bonmatí y Hermoso. Más allá del penalti que falló esta última y que habría dado cifras más justas al marcador, ambas jugaron un partido estratégicamente impecable: cada recuperación fue un puñal a espaldas de volantes y defensoras rivales para aprovechar la velocidad de su campeona de atletismo y eso les abrió siempre espacios a Caldentey y Redondo e incluso a Carmona, lateral que llegó a ocupar uno de esos huecos e hizo el gol del título.
El nuevo campeón mundial ni siquiera echó de menos a la Balón de Oro, Alessia Putellas, se dio el lujo de desperdiciar goles casi hechos que, solo por Earps, no fueron goleada.
Pero en el fondo, Bonmatí. Su figura, su aplomo, su seguridad, su notable inteligencia de juego, el físico demoledor que va a la misma velocidad de su cabeza, su pase. En ella descansó esta España, que ahora presume de ser la reina, literalmente, del mundo.
Cuando Guardiola piensa en ella como piensa en Iniesta no se equivoca. Ser comparado con el genio será un honor hasta en parqués, mucho más cuando se ocupa su lugar en una cancha de fútbol. Bonmatí tiene un poco de eso, pero le agrega el despliegue atlético necesario para hacerla imbatible. Salen otras en las fotos. Pero es ella el principio y el final de las soluciones del campeón.
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