Indiferencia y algunos pitos en el regreso de Sergio a Valladolid

Acaparó gran parte de la atención durante la semana y todas las miradas antes del inicio del encuentro entre Valladolid y Cádiz estaban puestas en Sergio González. El ahora técnico del conjunto gaditano regresaba a Valladolid con división de opiniones entre los aficionados pucelanos, repartidos entre los que agradecen a Sergio el ascenso de 2018 y las dos permanencias consecutivas, y los que no perdonan el descenso y, en muchos casos, las formas de esa pérdida de categoría hace poco más de un año. El cierre social de los estadios impidió que los seguidores del Real Valladolid mostrasen su opinión sobre la continuidad o no de Sergio en plena crisis de resultados. Tampoco lo pudieron hacer al palco, lo cual facilitó que Ronaldo mantuviese a Sergio hasta que el descenso fue una realidad en una última jornada en la que el Atlético de Madrid celebraba el campeonato en Zorrilla mientras, en la calle, los vallisoletanos lloraban la pérdida de categoría.

Con el Valladolid en LaLiga SmartBank y el Cádiz en LaLiga Santander durante la temporada 2021/2022, no se había dado la coincidencia de categoría con Sergio como técnico rival desde su marcha. El entrenador, no obstante, regresa de forma muy habitual a Valladolid por motivos familiares, ya que su familia se asentó en la ciudad después de tres años al frente del equipo.

¿Habría más aplausos o más pitos en el momento en el que hiciese acto de presencia en el área técnica de Zorrilla? Sin duda lo segundo cobró más protagonismo, si bien es más fácil que la música de viento tenga más notoriedad por una cuestión sonora y, en el fondo, pasó bastante desapercibido. Su salida al campo coincidió con el himno del Real Valladolid y el speaker no le nombró en la presentación del equipo rival. El viernes, en la llegada del Cádiz a su hotel de concentración en Valladolid, los gestos fueron mucho más amables con Sergio: fotos, ánimos y algún comentario jocoso por el hecho de llegar a Valladolid sin puntos y sin goles. Ese cariño también se percibió al bajarse del autobús en Zorrilla con empleados del Real Valladolid, pero no tanto con algún seguidor que le dedicó mensajes menos amables.

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