El momento en el Quique Setién vio por primera vez a Ramiro Amarelle – hoy es su ayudante en el Villarreal– habría dado para el arranque de una comedia. Hace casi 26 años, el técnico del submarino formaba parte de la selección española de fútbol playa -un combinado de exjugadores de fútbol 11 que habían colgado las botas recientemente- que se enfrentaba a unos talentosos juveniles, campeones de un torneo nacional amateur. Allí se presentó Amarelle y sus compañeros, uniformados todos con camisetas con el logo de Peluquería Antena de La Coruña, como una advertencia a los veteranos que podían salir trasquilados.
Entrenados por Lobo Carrasco, jugadores como Abel Resino, Jiménez, Uralde o el propio Setién sudaron sangre para empatar un partido en el que Amarelle marcó tres goles. Joaquín Alonso, hoy responsable de relaciones institucionales del Sporting, también ‘sufrió’ aquella exhibición y se puso en contacto con el crack de la arena de Riazor para hacerle una propuesta que le cambiaría la vida: «¿Tú quieres jugar con la selección?».
A partir de entonces, hubo quienes pensaban que Ramiro Figueiras Amarelle (Pontecesco, La Coruña, 1977) había nacido en Brasil y se había criado en la playa de Copacabana, antes de nacionalizarse para reforzar al equipo español. Considerado uno de los mejores jugadores de la historia de fútbol playa, desde aquel amistoso en el arenal de Riazor en 1997 los caminos de Amarelle y Setién se han ido cruzando y distanciando hasta que han vuelto a coincidir en el banquillo del Villarreal, que hoy se enfrenta al Real Madrid en Copa en La Cerámica.
«Era un autodidacta del fútbol playa», recuerda el exsportinguista Joaquín, que fue seleccionador español durante 17 años. «Se inventaba ejercicios y conseguía vídeos de jugadores de Brasil para mejorar». Amarelle cayó de pie entre tipos que casi le doblaban la edad en ese momento porque siendo el mejor en la arena, su actitud siempre fue la de querer aprender del resto.
En poco tiempo Quique y Ramiro congeniaron profesional y personalmente. Tanto que Setién, una vez inició su carrera como entrenador, lo buscaba para entrenar en las categorías inferiores, mientras Amarelle se hacía gigante en el fútbol playa a nivel mundial. Después de acumular títulos con clubes y la selección y conquistar todos los galardones individuales posibles, se retiró como jugador en 2012 tras una llamada del técnico cántabro para que se hiciera cargo de un equipo de la cantera del Lugo. Lo hizo como los grandes: después de clasificar a España para el Mundial de Tahití con un golazo de chilena.
Amarelle prosiguió su carrera como ojeador, asesor, promotor y seleccionador de fútbol playa en diversos países. Y tenía previsto contar con Setién para viajar a Emiratos Árabes en octubre de 2022 para su nuevo proyecto en la selección. Pero se adelantó la llamada del Villarreal al técnico cántabro por la inesperada salida de Emery.
Así que fue Setién el que decidió reclutar a Amarelle como segundo entrenador de su nuevo proyecto en Primera división. Sin ninguna experiencia en un cuerpo técnico de fútbol de primer nivel, el ayudante del cántabro se ha metido en el bolsillo a la plantilla del Villarreal por su carácter y, por sus conocimientos: «Tiene una conexión especial con los jugadores», apuntan los que conocen el día a día del primer equipo.
Amarelle no ha tardado en transformar las dudas que se generaron en la plantilla -no por él sino por la idea de juego del entrenador- en confianza absoluta, avalada por los últimos resultados: «Entiende y explica muy bien el fútbol», sostiene una voz del vestuario.
La figura de Amarelle es tan colosal en fútbol playa, que no soporta ninguna comparación con su actual cometido en fútbol 11. La falta de experiencia en un banquillo profesional es una cuestión secundaria para Setién por la absoluta confianza que tiene en él y en sus conocimientos.
Desde que llegaron a Villarreal se han instalado, junto al preparador físico Juan Soto, en la residencia de la ciudad deportiva. Allí pasan el día preparando entrenamientos, vídeos, tácticas, aunque no es raro verlos entretenerse jugando el fútbol tenis, una modalidad en la que rememoran viejos tiempos con filigranas imposibles.