En su despedida, después de una etapa dorada, Diego Martínez aseguró que «el Granada será lo que la propiedad quiera que sea», una afirmación grandilocuente cargada de verdad que en estos momentos cobra más sentido que nunca ante el nuevo reto que tiene ante sí la entidad rojiblanca.
Con el descenso en el horizonte, la cúpula del club debe comenzar a tomar decisiones y lo debe hacer cuanto antes. Después del fiasco que está suponiendo la temporada, los primeros cambios podrían llegar en los sillones de mando, donde Sophia Yang y Alfredo García Amado no tienen asegurada su continuidad.
En lo deportivo, el Granada también tendrá que definir si prolonga su confianza en Matteo Tognozzi, una decisión arriesgada, ya que el italiano conoce a la perfección el mercado internacional, pero no está acostumbrado a moverse en caladeros más cercanos, de donde el conjunto nazarí debería nutrirse preferiblemente con jugadores experimentados en Segunda, una categoría exigente que no suele tolerar experimentos ni propuestas exóticas.
Igual de vital será la elección del entrenador que se siente en el banquillo de Los Cármenes. Después de una temporada con tres técnicos diferentes y todos como un perfil bien diferenciado, el Granada debe encontrar al candidato idóneo, que sea capaz de armar un equipo competitivo y formar un proyecto convincente a largo plazo.
De cara a la próxima campaña, el cuadro granadino cuenta con una extensa nómina de jugadores con contrato en vigor, pero la criba tendrá que ser meticulosa, eligiendo si piezas como Weissman, Famará, Jozwiak, Arezo o Corbeanu son útiles para perseguir el ascenso. Además, las incorporaciones tendrán que elevar el nivel de la plantilla, con carencias evidentes en diferentes demarcaciones. Una tarea ingente que se debe abordar con premura y diligencia para devolver la ilusión al granadinismo.