Un futbolista de leyenda en un barrio mítico. El 30 de abril de 1978 el Rayo Vallecano recibía por primera vez en su estadio al Barcelona de Johan Cruyff. Era la penúltima jornada de Liga y lo que parecía un partido protocolario en el calendario no lo fue.
El Rayo, en esa histórica primera temporada en Primera, había sido bautizado como matagigantes porque había derrotado en el estadio de la pared a Real Madrid, Atlético y Athletic, entre otros. Faltaba el Barça, pero en el cuadro azulgrana las inquietudes, con la Liga perdida a manos del Real Madrid, estaban en otro sitio.
De forma sorprendente, unas semanas antes, Johan Cruyff, con sólo 31 años había anunciado su retirada del fútbol tras su quinta temporada en el Barça. El genio holandés estaba cansado. Dentro y fuera del césped se le acumulaban conflictos. Con la directiva del Barça no se entendía. Había sufrido un intento de secuestro y no tenía intención de acudir al Mundial de Argentina, donde la situación política le repelía.
Un anuncio de retirada
En una entrevista concedida a MARCA esa semana, Cruyff reafirmó su decisión: «Este es el momento. Mi retirada está muy recapacitada. Muchísimas circunstancias me han llevado a ello. Si tengo que exponer todas mis razones necesitaría tres MARCAS para llenar».
El Rayo Vallecano, dirigido por Hëctor Núñez, (que ya se había comprometido para ser el entrenador del Atlético), se encontró con una oportunidad única para honrar a Cruyff. El partido previsto para las 5 de la tarde se vendió como la última visita del ‘9’ azulgrana a Madrid, la despedida de un territorio que le había visto hacer el 0-5 del Bernabéu en el 74. A pesar del simbolismo, el holandés definió la visita a Vallecas como «un partido más».
Con el Rayo salvado e instalado en la zona media de la tabla, Vallecas registró tres cuartos de entrada en esa tarde en la que Cruyff decía adiós a la afición de la capital. Rinus Michels, el entrenador azulgrana, había decidido que el equipo viajara a Madrid el mismo día del partido por la mañana, algo inusual en aquella época.
Una estrella semiapagada y un regreso
Eran días en los que las entradas para el feudo vallecano se podían comprar en el Bar Morales, el Bar Vilano, el Bar Yakarta y el Bar Jorge. Uceda, el capitán rayista, entregó una placa al holandés en el intercambio habitual entre capitanes en el sorteo de campos.
El pronóstico se ‘cumplió’. El Rayo Vallecano venció por 2-1 al Barça con un Cruyff discreto marcado por Nieto. El cronista de MARCA, Julián Ruiz, lo reflejaba así: «Pero, ¿dónde estaba Cruyff? No aparecía. Despedida sin fuste en Madrid, con una actuación de oficio, con destellos, pero con la estrella semiapagada».
Tras el partido, el divino holandés no hacía ruido: «Ha sido un partido más, como otro cualquiera. El balance es positivo. El público se divirtió en todo este tiempo y yo hice grandes amigos en Barcelona». La Liga terminó y la supuesta retirada de Cruyff quedó como uno de sus míticos amagos. El holandés, unos meses después, anunció su fichaje por el fútbol norteamericano, en el equipo de Los Ángeles Aztecas.
Su carrera todavía provocaría episodios rocambolescos. En 1981 fichó por el Levante, en Segunda División. También con esa camiseta azulgrana visitaría Vallecas. El partido terminó sin goles. Ahora, el Barça visita otra vez Vallecas y nadie habla de retiradas.